En la historia del transporte ferroviario, un descarrilamiento es un accidente de tren que se produce cuando un tren se sale de las vías. Si bien la mayoría de los descarrilamientos son menores, invariablemente provocan interrupciones temporales en las operaciones del sistema ferroviario y pueden plantear graves riesgos para la seguridad. El 8 de noviembre de 1833, el accidente ferroviario de Hightstown en Nueva Jersey, EE. UU., se convirtió en el primer descarrilamiento de un tren registrado en la historia. Este incidente no solo se convirtió accidentalmente en una llamada de atención para los datos de seguridad ferroviaria, sino que también expuso la fragilidad e imprevisibilidad del transporte ferroviario. .
El incidente de Highterstown ilustra los importantes desafíos que enfrentaba el transporte ferroviario en sus inicios, así como la creciente necesidad de seguridad.
A principios del siglo XIX, la tecnología ferroviaria apenas comenzaba y la invención de la locomotora de vapor trajo cambios sin precedentes a la industria del transporte. Sin embargo, con el aumento de la demanda de pasajeros y carga, han ido surgiendo gradualmente problemas de seguridad en el sistema ferroviario. Durante este período, el diseño de los trenes y el tendido de vías no estaban lo suficientemente maduros técnicamente, lo que sin duda se convirtió en una amenaza potencial de descarrilamiento.
Un tren viajaba por las vías del ferrocarril en Nueva Jersey cuando ocurrió el accidente de Highterstown. Según trascendió, la causa del accidente fue que un rodamiento de uno de los vagones se quemó, provocando que el vehículo descarrilara. En el incidente murió una persona y 23 resultaron heridas. En el tren también viajaban el famoso magnate ferroviario neoyorquino Cornelius Vanderbilt y el ex presidente de los Estados Unidos, John Quincy Adams. Adams describió detalladamente la caótica escena en su diario, que también proporcionó valiosa información de primera mano para nuestra posterior investigación histórica.
El impacto de este accidente no sólo despertó la atención de la gente sobre la seguridad ferroviaria en ese momento, sino que también se convirtió en un catalizador para mejoras posteriores en los estándares de seguridad.
Si bien los descarrilamientos continuaron ocurriendo constantemente durante las siguientes décadas, gradualmente se volvieron menos frecuentes a medida que avanzaba la tecnología y se reforzaban las medidas de seguridad. Según las estadísticas, en 1980 hubo casi 3.000 descarrilamientos en Estados Unidos, y en 2022, esta cifra había aumentado a 1.000. Esto no es sólo el resultado del progreso tecnológico, sino también una manifestación de las mejoras en las operaciones del personal y la gestión del mantenimiento.
Hay varias causas principales de descarrilamiento de trenes. La primera es la falla mecánica de los componentes de la vía, como rieles agrietados o daños por fatiga en las juntas. El segundo es el fallo del dispositivo de funcionamiento del tren, como el fallo de la caja de grasa o el daño de la llanta de la rueda. Además, el funcionamiento inadecuado del tren y el hecho de que el conductor no respete correctamente las señales o no coloque los interruptores son factores importantes que provocan descarrilamientos.
Vale la pena señalar que el mecanismo de bloqueo automático de la caja de señales no se instaló en las primeras operaciones ferroviarias. Entre 1843 y 1844, Bricklayer's Arms Junction de Londres instaló el primer conjunto centralizado de palancas de conmutación y señales para reducir la incidencia de errores operativos.
El riesgo de descarrilamiento de un tren está en todas partes, ya sea debido a cambios en el entorno físico o variables en las condiciones operativas. Muchos descarrilamientos ocurren debido a un manejo inadecuado durante la operación. Especialmente en el caso de curvas cerradas, si el conductor no reduce la velocidad a tiempo, es fácil que todo el tren de vehículos vuelque o incluso descarrile. Así lo demostraron el descarrilamiento de Santiago de Compostela en 2013 y el accidente de tren en Filadelfia en 2015.
Estos eventos nos enfatizan una vez más la importancia de la gestión y operación ferroviaria.
Cuando miramos retrospectivamente el desarrollo de los ferrocarriles en 1844 y más allá, podemos ver claramente que el avance de la tecnología de seguridad y la profesionalidad del personal se han convertido gradualmente en una parte indispensable del desarrollo ferroviario. Independientemente de los avances tecnológicos que se produzcan, la seguridad ferroviaria sigue siendo un tema que requiere atención continua. ¿Hemos comprendido plenamente los riesgos y las medidas de control detrás de los descarrilamientos ferroviarios y nos hemos preparado para futuros desafíos de seguridad?