En los debates contemporáneos sobre filosofía y tecnología, la hipótesis de la simulación se ha convertido gradualmente en un tema candente. Esta hipótesis afirma que el mundo que experimentamos es en realidad una realidad simulada o una existencia similar a una simulación por computadora. En 2003, el filósofo Nick Bostrom propuso el argumento de la simulación, lo que provocó un debate generalizado sobre si vivimos en una simulación.
Si una civilización fuera capaz de crear una simulación consciente, sería posible producir tantas criaturas simuladas que es casi seguro que una entidad consciente seleccionada al azar viviría en la simulación.
El argumento de Bostrom va más allá de la teoría y genera debates sobre la naturaleza de la conciencia humana. Planteó la hipótesis de que la conciencia no se limita a los cerebros biológicos, sino que cualquier sistema con estructuras y procesos computacionales apropiados puede formar conciencia. Esto nos hace preguntarnos si es posible que nuestra existencia sea en realidad sólo el resultado de un experimento de una civilización avanzada.
En la historia de la humanidad, no falta el pensamiento sobre la diferencia entre fenómenos y realidad. Desde la metáfora de la mariposa en el sueño de Zhuangzi hasta la alegoría de la cueva en la antigua Grecia, todas ellas revelan la profunda reflexión de la humanidad sobre la naturaleza de la realidad. Como dijo Platón, nuestra percepción puede ser sólo una imagen, pero la realidad real es más profunda.
En cuanto a las dudas sobre la realidad, ya en el siglo IV, los filósofos ya habían propuesto ideas relevantes, como dijo Descartes, sobre si la experiencia consciente humana puede ser subvertida por fuerzas externas.
Con el avance de la ciencia y la tecnología, han surgido diversas teorías sobre la física digital, que han impulsado aún más el desarrollo de la hipótesis de la simulación. Los científicos y filósofos comenzaron a explorar si el universo es esencialmente un programa computacional, e incluso en tal hipótesis, la existencia y la conciencia humanas están implícitas en él.
El argumento de la simulación de Bostrom presenta un trilema, en el que al menos una de estas tres proposiciones puede ser verdadera:
Según la inferencia de Bostrom, si la segunda o tercera proposición es cierta, entonces podemos casi con certeza creer que el trasfondo de la vida actual es una simulación más que una vida nativa.
Si no creemos que ahora vivimos en simulaciones por computadora, entonces no podemos creer razonablemente que tendremos descendientes que ejecutarán un gran número de tales simulaciones.
También hay muchos críticos del argumento de simulación de Bostrom. Muchos filósofos han cuestionado la existencia de la conciencia simulada, argumentando que las criaturas simuladas pueden no tener la misma experiencia consciente que los humanos no simulados. Además, algunos estudiosos tienen objeciones, creyendo que las simulaciones no pueden ser tan precisas como para no poder descifrarse. Esto ha llevado a los físicos a cuestionar la viabilidad de las simulaciones.
Algunos críticos creen que esta hipótesis ni siquiera puede establecerse desde puntos de vista físicos básicos, porque el funcionamiento del universo no puede simplemente simularse.
Sea cierta o no la hipótesis de la simulación, esta teoría ha desencadenado un replanteamiento filosófico de la conciencia, la realidad y la existencia. El erudito David Chalmers señala que si nuestra vida mental se ve afectada por el entorno físico en el que opera, entonces la posibilidad de la simulación abre aún más el pensamiento sobre la alquimia y la visión de la realidad.
Este pensamiento también trae a la mente la pregunta: ¿existe nuestro verdadero yo en esta simulación? ¿O es nuestra conciencia sólo un elaborado proceso de cálculo? ¿Existen en el fondo del alma todavía seres humanos que desean explorar las infinitas posibilidades entre la virtualidad y la realidad?