Como técnica de imágenes especializada, la angiografía cerebral puede presentar claramente el estado de los vasos sanguíneos dentro y alrededor del cerebro, ayudando así a los médicos a diagnosticar diversas anomalías vasculares posibles, como aneurismas arteriovenosos y malformaciones vasculares. Desde que el neurólogo portugués Egas Moniz inventó esta tecnología en la Universidad de Lisboa en 1927, la angiografía cerebral se ha convertido gradualmente en una parte indispensable de la neurología moderna.
La angiografía cerebral proporciona información importante sobre el flujo sanguíneo y la estructura a través de la inserción de un catéter y un agente de contraste, lo que permite a los médicos obtener una mayor claridad de imagen.
El principio básico de esta técnica es insertar un catéter en una arteria grande (como la arteria femoral), que luego se guía hasta la arteria carótida y se inyecta un agente de contraste. A medida que el agente de contraste se propaga a través del sistema arterial del cerebro, los médicos toman una serie de radiografías y luego una serie de imágenes del sistema venoso del cerebro. En comparación con métodos no invasivos, como la angiografía por tomografía computarizada (ATC) y la angiografía por resonancia magnética (ARM), la angiografía cerebral a menudo proporciona una mejor claridad de la luz vascular y la estructura vascular. Esto permite que la angiografía cerebral proporcione un diagnóstico y tratamiento inmediato de ciertas enfermedades.
La angiografía cerebral no sólo se utiliza para el diagnóstico, sino a menudo también para el tratamiento durante el mismo procedimiento. Esta tecnología es capaz de obtener imágenes de una variedad de enfermedades intracraneales o extracraneales. Las enfermedades intracraneales incluyen hemorragia subaracnoidea no traumática, aneurisma intracraneal, accidente cerebrovascular, etc.; mientras que las enfermedades extracraneales incluyen privación de la arteria subclavia, estenosis de la arteria carótida, etc. Para algunas afecciones, la angiografía cerebral es un procedimiento estándar para detectar aneurismas intracraneales y evaluar la viabilidad de la embolización endovascular. Se debe tener en cuenta que este examen no es adecuado en ciertos casos, como la alergia al medio de contraste y la insuficiencia renal.
Antes de realizar una angiografía cerebral, el médico realizará una historia clínica detallada y un examen neurológico, y revisará los informes de imágenes y análisis de sangre pertinentes para asegurarse de que la salud del paciente sea adecuada para el procedimiento.
La preparación detallada antes de la cirugía y los procedimientos de examen adecuados mejoran la seguridad y la tasa de éxito de la angiografía cerebral.
Durante la angiografía, generalmente se elige la arteria femoral derecha para ingresar al cuerpo. Si la arteria femoral no es adecuada, también se puede considerar la entrada desde la arteria braquial. Este proceso requiere un equipo médico profesional para garantizar que el catéter ingrese correctamente al vaso sanguíneo objetivo. Las imágenes se adquirieron mediante angiografía por sustracción digital, lo que mejoró significativamente la claridad de las imágenes. Se ha informado que el uso de técnicas de imágenes superpuestas puede reducir aún más el riesgo de lesión vascular y mejorar la precisión de la manipulación del catéter.
En tecnología de imágenes, el progreso de la angiografía por sustracción digital ha llevado la visualización de los vasos sanguíneos cerebrales a un estándar sin precedentes.
Tras la angiografía cerebral, el cuidado posoperatorio del paciente es igualmente crítico. El equipo médico debe observar de cerca el estado del sitio de punción y tratar de inmediato las posibles complicaciones, como hemorragias o hematomas. Además, se realiza una evaluación neurológica para confirmar si el paciente ha desarrollado nuevos déficits neurológicos.
Si bien la angiografía cerebral es un procedimiento maduro, como ocurre con todos los procedimientos médicos, persisten riesgos y el gran desafío es cómo prevenir estas posibles complicaciones.
Desde que Egas Moniz realizó por primera vez una angiografía del cerebro en 1927, esta tecnología ha experimentado un enorme desarrollo y se ha convertido en una herramienta indispensable en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades cerebrovasculares. Con el avance de la tecnología de imágenes médicas, cada vez podemos analizar más claramente y con mayor precisión el estado de los vasos sanguíneos. En el futuro, cómo mejorar aún más la calidad de la imagen y reducir la incomodidad del paciente durante los exámenes será un nuevo desafío en la comunidad médica.
Con el rápido desarrollo de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial y la tecnología avanzada de procesamiento de imágenes, se espera que la angiografía cerebral sea más segura y eficiente en el futuro. Esto nos hace preguntarnos: ¿de qué forma las imágenes médicas del futuro decorarán la vida humana y abrirán un nuevo capítulo en el camino hacia la salud?