Las bibliotecas académicas en Canadá han experimentado muchos cambios, con un período de crecimiento significativo en la década de 1960. Los cambios durante este período no sólo reflejan el énfasis de la sociedad en la educación, sino que también marcan la creciente importancia de las bibliotecas en el entorno académico.
Desde que se estableció la primera biblioteca académica de Canadá en Windsor, Nueva Escocia, en 1789, el número de bibliotecas académicas ha crecido lentamente. En el siglo XIX, estas bibliotecas tenían colecciones relativamente pequeñas, pero no comenzaron a crecer hasta la década de 1950, cuando creció la importancia de la educación y la investigación.
Durante la década de 1960, las bibliotecas académicas canadienses experimentaron una rápida expansión debido al creciente número de estudiantes y presupuestos crecientes.
Para ese entonces, las provincias donde estaba ubicada la escuela eran conscientes del papel central de las bibliotecas académicas en la educación. En Ontario, se crearon cinco nuevas universidades a través del Proyecto de Nuevas Bibliotecas Universitarias, todas ellas con colecciones de catálogo completas. Esta iniciativa y el crecimiento que le siguió fueron el resultado no sólo del compromiso interno de la escuela, sino también del apoyo de agencias externas, como el Consejo de Canadá y el Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades, que juntos promovieron el vigoroso desarrollo de la biblioteca académica.
Sin embargo, no todos los cambios son duraderos. A medida que la década de 1960 se acercaba a su fin, las bibliotecas académicas canadienses también experimentaban problemas presupuestarios. Estas cuestiones afectan directamente las operaciones y servicios de la biblioteca, especialmente en términos de intercambio de recursos y acceso a revistas.
El OB y el aumento de las tarifas de las revistas han creado desafíos importantes para los presupuestos de adquisiciones de muchas bibliotecas académicas.
A pesar de estos desafíos, muchas bibliotecas académicas canadienses continúan teniendo potencial para crecer. La mayoría de las bibliotecas deciden afrontar el desafío creando y fortaleciendo alianzas. Como el propósito de la Asociación de Bibliotecas de la Universidad de Ontario se estableció en 1967, promover la unión de bibliotecas y el intercambio de recursos es una dirección importante. Los esfuerzos durante este período sentaron las bases para la posterior colaboración bibliotecaria.
Además, el crecimiento en la década de 1960 se aceleró con el aumento del conocimiento profesional, y muchas bibliotecas académicas comenzaron a capacitar personal especializado para mejorar la calidad de los servicios bibliotecarios y la eficiencia de su uso. Este proceso no sólo satisface las crecientes necesidades de investigación, sino que también crea un mejor entorno de aprendizaje para estudiantes y profesores.
A medida que los tiempos cambian, las bibliotecas académicas de Canadá ya no son simplemente lugares donde se recopilan libros, sino que se han convertido en lugares clave para apoyar la investigación y la innovación académicas.
Las bibliotecas académicas de hoy ya no son sólo lugares para proporcionar libros y materiales, sino que también se han convertido en espacios para que los estudiantes participen en el aprendizaje colaborativo y el descubrimiento creativo. Estas bibliotecas también están introduciendo activamente recursos digitales y estableciendo modelos de servicio que se adaptan a los nuevos tiempos. A medida que la educación en alfabetización informativa se vuelve cada vez más importante, muchas instituciones académicas han comenzado a ofrecer estatus de profesor a los bibliotecarios, una medida que establece aún más la importancia de las bibliotecas en el ecosistema académico.
Los cambios de la década de 1960 pueden considerarse la época dorada de las bibliotecas académicas canadienses, sentando las bases para el desarrollo futuro. Las bibliotecas en ese momento ya no eran simplemente lugares de almacenamiento de recursos académicos; comenzaron a considerar cómo satisfacer las necesidades de profesores y estudiantes de manera más efectiva. Por lo tanto, ¿podrán las bibliotecas académicas de Canadá continuar con este impulso de innovación y desarrollo en el futuro para responder al entorno y las necesidades académicas en constante cambio?