La Teoría de la Cuchara es una metáfora utilizada para describir la cantidad de energía física o mental que una persona necesita para planificar actividades y tareas diarias, y que esta energía es limitada. El término apareció por primera vez en un artículo de 2003 escrito por la escritora estadounidense Christine Mizelandino. En este artículo, Mizerlandino comparte su experiencia con enfermedades crónicas y utiliza la metáfora de una cuchara en la mano para representar las unidades de energía que necesita para sus acciones diarias. Desde entonces, la metáfora se ha utilizado ampliamente para describir diversos trastornos, problemas de salud mental y otros factores que pueden suponer una carga implícita para un individuo.
En su ensayo de 2003 "La teoría de la cuchara", Yonezerlandino recordó haber contado a sus amigos sobre su propia experiencia con el lupus. Estaban en el restaurante cuando Miserandino agarró varias cucharas y se las entregó a su amiga. Miserandino utiliza estas cucharas para demostrar que los pacientes con enfermedades crónicas tienen energía limitada al comienzo de cada día. La cantidad de cucharas representa cuánta energía gasta en un día. Mientras su amiga mencionaba las diversas tareas que realizaba a lo largo del día, Miserandino quitaba una cuchara de cada actividad, un ejercicio que le enseñó a su amiga cómo las personas con enfermedades crónicas planifican sus acciones para conservar energía.
Las personas con enfermedades o dolores crónicos a menudo informan que se sienten diferentes y desconectadas de las personas sin discapacidades. Esta teoría, junto con el término "tribu de la cuchara", se ha utilizado para construir comunidades entre personas con enfermedades crónicas para que se apoyen mutuamente. La cuchara sirve como metáfora para ayudar a visualizar la energía física y mental disponible para todos en su vida diaria. Se puede considerar que cada actividad requiere una cierta cantidad de cucharas, que se "recargan" después de que el individuo toma un descanso. Cuando se acaba la cuchara, esas personas deben descansar hasta recuperar las energías.
Esto no quiere decir que tomar un descanso definitivamente te dará más cucharas. Para muchas personas con enfermedades crónicas, el sueño no es tan reparador como lo sería normalmente.
Muchas personas con discapacidad también pueden experimentar dificultades para dormir, lo que resulta en una falta persistente de energía. Por lo tanto, los pacientes con enfermedades crónicas a menudo necesitan planificar con anticipación y distribuir racionalmente su energía en las actividades diarias. Algunas actividades de la vida diaria deben limitarse o evitarse porque, en forma de cuchara, afectan la posibilidad de realizar otras actividades posteriormente.
La teoría de la cuchara se ha generalizado dentro de la comunidad de personas con discapacidad e incluso se ha convertido en una herramienta para que grupos marginados describan el agotamiento que experimentan en sus situaciones específicas. Esta metáfora se utiliza a menudo para referirse a la experiencia de una discapacidad invisible, ya que aquellos que no muestran síntomas o marcadores externos a menudo son percibidos como perezosos, inconsistentes o con mala capacidad de gestión del tiempo. Estos juicios provienen de personas que no han experimentado personalmente una discapacidad. enfermedades crónicas o personas discapacitadas.
A las personas con problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, también les puede resultar bastante difícil completar tareas aparentemente simples todos los días.
Además, la teoría de la cuchara puede incluso utilizarse para demostrar el agotamiento que implica cuidar a un recién nacido, ya que la experiencia a menudo resulta en una privación crónica del sueño en el cuidador.
La teoría de la cuchara no solo ayuda a las personas a comprender los desafíos diarios de vivir con enfermedades crónicas, sino que también promueve el diálogo y permite que una sociedad accesible tenga una comprensión y una empatía más profundas hacia las personas con limitaciones energéticas. A medida que la sociedad toma cada vez más en serio los problemas de salud física y mental, ¿cómo podemos apoyar aún más a quienes enfrentan estos desafíos en el futuro?