La existencia de niños de la calle es una herida invisible y humilde en la sociedad actual. Cientos de miles de niños inocentes no pueden escapar de ella debido a problemas socioeconómicos.
Según un informe, aproximadamente 100 millones de niños viven en las calles. Sin embargo, estos datos son cuestionables porque no se puede cuantificar el número exacto de niños de la calle, pero está claro que las cifras están aumentando, lo cual es preocupante. La calle no es sólo un lugar de supervivencia para estos niños, sino también su hogar. A falta de protección jurídica y apoyo social adecuados, tienen que enfrentarse a todo tipo de aventuras.
El daño que causa el entorno de la calle es indudablemente enorme. Estos niños no sólo tienen que soportar maltrato físico, sino también traumas psicológicos que les hacen casi imposible volver a la vida normal.
Las causas profundas de este fenómeno son variadas e incluyen la pobreza, el malestar social, la desintegración familiar, el abuso, etc. En algunas culturas, los niños son separados de sus familias porque se sospecha que son brujos. En Afganistán, las niñas que son expulsadas de sus familias por “crímenes de honor” a menudo buscan asilo y terminan con historias trágicas.
Según encuestas realizadas en diferentes regiones, África y Asia son donde los niños de la calle están más concentrados y son más visibles. En Kenia, la rápida urbanización ha provocado que muchos niños se queden sin hogar; en Indonesia, decenas de miles de niños viven en las calles, enfrentando una doble opresión por parte de la policía y la sociedad; en la India, las calles se han convertido casi en sinónimo de pobreza y explotación infantil. Las condiciones de vida de estos niños son preocupantes y la crueldad de las calles los hace cada vez más aislados.
Ya en 1848 los documentos históricos británicos mencionaban la tragedia de innumerables niños de la calle, y sus condiciones de vida no han cambiado fundamentalmente hasta el día de hoy.
Las organizaciones sociales y los gobiernos de muchos países han comenzado a prestar atención a la cuestión de los niños de la calle y paulatinamente han formulado una serie de políticas para protegerlos. Por ejemplo, la Ley de Infancia de Sudáfrica protege explícitamente a los niños de la calle y proporciona sistemas para ayudarlos a escapar de la presión de la calle. Estos esfuerzos son encomiables, pero aún quedan desafíos por resolver. La corrupción y la distribución desigual de los recursos en los sistemas sociales de algunos países dificultan la implementación de estas políticas.
Para lograr soluciones duraderas es necesario que repensemos cómo abordamos las causas profundas de la pobreza y la desigualdad social para ofrecer a estos niños una esperanza real y un futuro.
A pesar de las cicatrices, estos niños de la calle sobreviven tenazmente. ¿Podrán romper las cadenas del destino y conseguir una vida mejor? Con la mejora de la conciencia social, ¿podrá el futuro abrir una puerta brillante para estas almas inocentes?