Las celdas de combustible microbianas (MFC) son sistemas bioelectroquímicos que pueden generar corriente eléctrica a través de reacciones redox microbianas. Desde principios del siglo XX, este concepto ha cambiado sutilmente la forma de pensar de la gente sobre la energía. Esta tecnología revolucionaria utiliza la actividad metabólica de los microorganismos para convertir la energía química en energía eléctrica y tiene un profundo impacto en la ciencia ambiental. Las pilas de combustible microbianas tienen una larga historia, desde los primeros experimentos hasta las aplicaciones comerciales actuales, y muestran cómo se puede explorar el potencial de la energía renovable en el futuro.
El concepto de células de combustible microbianas fue propuesto por primera vez por Michael Cressé Potter en 1911, quien utilizó con éxito levadura para generar electricidad, pero su investigación recibió poca atención. Esto no atrajo cierta atención hasta 1931, cuando Barnett Cohen conectó una batería semiconductora microbiana para producir más de 35 voltios.
La exploración de la bioelectroquímica comenzó a mediados del siglo XX, cuando los investigadores empezaron a reconocer el potencial de los microorganismos para la producción de energía.
En 1976, el exitoso diseño propuesto por Suzuki et al. promovió el desarrollo futuro de celdas de combustible microbianas. A medida que la investigación se profundizó en la década de 1980, la gente adquirió una comprensión más completa de las celdas de combustible microbianas que pueden usarse para generar electricidad. En el siglo XXI, las células de combustible microbianas no sólo se utilizaban para generar electricidad en laboratorios, sino que también empezaban a encontrar su valor en aplicaciones comerciales como el tratamiento de aguas residuales y el monitoreo ambiental.
Definición y principio de funcionamiento de MFCUna celda de combustible microbiana es un dispositivo que convierte energía química en energía eléctrica a través de la actividad de microorganismos. Se compone principalmente de un ánodo y un cátodo, desde el cual se desplazan los electrones hacia el cátodo, y estos electrones son proporcionados por la reacción de oxidación de los microorganismos. En la cámara del ánodo, los microorganismos descomponen la materia orgánica, liberando electrones y protones; los electrones fluyen al cátodo a través de un circuito externo, y los protones pasan a través de la membrana hacia la cámara del cátodo para reaccionar con el oxígeno, produciendo agua mientras liberan corriente.
Este proceso no sólo genera corriente eléctrica, sino que también mejora la eficiencia de degradación de la materia orgánica y logra la recuperación de energía.
Con el mayor desarrollo de la tecnología MFC, sus escenarios de aplicación se están volviendo más diversificados. Entre ellos se incluyen redes de sensores inalámbricos con bajo consumo de energía, recuperación de energía en el tratamiento de aguas residuales y que actúan como biosensores. Esto proporciona a las células de combustible microbianas la doble ventaja de la protección del medio ambiente y la utilización de energía renovable.
Se valora especialmente la aplicación del MFC en el tratamiento de aguas residuales. No sólo pueden purificar el agua, sino también recuperar energía de las aguas residuales, reduciendo significativamente el coste y la carga ambiental del tratamiento de aguas residuales. Los microorganismos pueden liberar energía eléctrica utilizable mientras descomponen contaminantes, lo que los convierte en una de las tecnologías importantes para la gobernanza ambiental del futuro.
Hoy en día, las células de combustible microbianas también se utilizan ampliamente en la educación. Muchas escuelas utilizan celdas de combustible microbianas del suelo en las clases de ciencias para exponer a los estudiantes a múltiples disciplinas, incluida la microbiología, la geoquímica y la ingeniería eléctrica. Estos experimentos despiertan el interés de los jóvenes estudiantes por la ciencia y les permiten experimentar en forma práctica las aplicaciones de la energía renovable.
Si bien la tecnología de celdas de combustible microbianas tiene muchas ventajas, también enfrenta muchos desafíos en aplicaciones prácticas, incluida la estabilidad de la potencia de salida y la tecnología de ampliación. Los investigadores continúan mejorando el diseño de las MFC con la esperanza de aumentar su eficiencia y reducir los costos de producción. Con el avance de la tecnología, se explorará más a fondo el potencial de las celdas de combustible microbianas en la gestión energética y ambiental.
ConclusiónLa historia y el desarrollo tecnológico de las celdas de combustible microbianas muestran la exploración gradual de la energía renovable por parte de la humanidad, y cada paso de este proceso está lleno de desafíos y oportunidades. En el futuro, ¿cómo podemos aprovechar el potencial de esta tecnología y hacer de los microorganismos la principal fuente de producción de electricidad?