La terapia centrada en la persona es una forma de psicoterapia que pone énfasis en las relaciones interpersonales. A diferencia de otras escuelas de pensamiento, parte de la experiencia interna del paciente y da importancia a los sentimientos subjetivos del individuo.
Carl Rogers, el creador de la terapia centrada en la persona, desarrolló la teoría en las décadas de 1940 y 1950 y la difundió ampliamente con su libro de 1951, Terapia centrada en el cliente. Esta terapia es considerada uno de los principales tipos de psicoterapia, junto con otras escuelas teóricas como la terapia psicodinámica y la terapia conductual.
El énfasis de Rogers en la investigación empírica hizo de la terapia centrada en la persona la primera teoría terapéutica basada en evidencia. Creía que "la verdad es siempre amigable" y redefinió la relación terapéutica, enfatizando una relación igualitaria entre terapeuta y cliente, en oposición al emparejamiento autoritario de Freud.Rogers identificó seis condiciones necesarias y suficientes que son fundamentales para el cambio del cliente en la terapia:
Rogers creía que los terapeutas que poseían estas tres actitudes clave podían ayudar a los clientes a expresar sus verdaderos sentimientos con mayor libertad y con menos miedo y juicio.Comparación con otras escuelas
En comparación con los tratamientos conductistas y psicoanalíticos, la terapia de Rogers enfatiza la singularidad de las personas y sus experiencias subjetivas. Los conductistas criticaron la terapia centrada en la persona por ser ineficaz debido a su falta de estructura, mientras que los psicoanalistas creían que las relaciones que proporcionaba eran a veces condicionales. Sin embargo, las investigaciones sugieren que la terapia centrada en la persona puede ser efectiva en determinadas situaciones.
Este concepto aparentemente simple ha provocado cambios importantes en el campo de la psicología, provocando que más personas reflexionen sobre la naturaleza de las "personas" en terapia. Este tipo de pensamiento deja de lado cuidadosamente las nociones tradicionales de autoridad, vuelve a poner el foco en el mundo interior del cliente y genera una conversación profunda sobre la autoexploración y el crecimiento.
A medida que la psicología se desarrolla, la terapia centrada en la persona todavía proporciona orientación a innumerables personas que buscan el crecimiento espiritual. Las ideas que Rogers defendió siguen siendo influyentes hoy en día, inspirando a nuevas generaciones de terapeutas y profesionales a explorar las profundidades de las emociones y experiencias humanas.
La esencia de la terapia centrada en la persona es enfatizar la singularidad de cada cliente, lo que hace que cada tratamiento esté lleno de cambios y posibilidades.
En el proceso de explorar la psicología humanista, ¿deberíamos reexaminar el significado del potencial humano y la autorrealización, y pensar en cómo estas ideas afectan nuestras vidas y relaciones?