La química supramolecular es un campo que involucra sistemas químicos compuestos de moléculas discretas que dependen de interacciones no covalentes para la organización espacial. A diferencia de la química tradicional que se centra en los enlaces covalentes, la química supramolecular enfatiza las interacciones intermoleculares débiles y reversibles. Estas fuerzas incluyen enlaces de hidrógeno, coordinación de metales, fuerzas hidrófobas, fuerzas de van der Waals y efectos electrostáticos electrónicos. Con base en la investigación en esta área, es posible comprender muchos procesos biológicos clave que dependen de estas interacciones para mantener la estructura y la función.
Los conceptos importantes en química supramolecular incluyen el autoensamblaje molecular, el plegamiento molecular, el reconocimiento molecular, la química huésped-huésped, las estructuras moleculares entrelazadas mecánicamente y la química covalente dinámica.
Las raíces de la química supramolecular se remontan a 1873, cuando Johannes Diderik van der Waals propuso por primera vez la existencia de fuerzas intermoleculares. Más tarde, en 1894, el premio Nobel Hermann Emile Fisher propuso el modelo de "llave y cerradura" de interacciones enzima-sustrato, que se convirtió en la base del reconocimiento molecular y la química huésped-huésped. Con el tiempo, los científicos mejoraron gradualmente su comprensión de los enlaces no covalentes, especialmente en la década de 1920, cuando la descripción de los enlaces de hidrógeno de Latimer y Rodbush hizo avanzar aún más el campo.
En 1987, tres científicos, Donald J. Cram, Jean-Marie Leon y Charles J. Pedersen, ganaron el Premio Nobel de Química por su desarrollo y aplicaciones en moléculas que interactúan con estructuras específicas.
El autoensamblaje molecular se refiere al ensamblaje espontáneo de moléculas a través de interacciones no covalentes sin guía ni gestión externa. Este fenómeno no sólo es aplicable a la formación de combinaciones supramoleculares, sino que también está relacionado con el proceso de plegamiento de macromoléculas biológicas. El autoensamblaje también puede construir estructuras más grandes, como microcélulas, membranas y cristales líquidos, lo cual es de gran importancia para la ingeniería de cristales.
El reconocimiento molecular se refiere a la unión específica de una molécula huésped a una molécula huésped complementaria para formar un complejo huésped-huésped. Este proceso se utiliza a menudo en el diseño de catalizadores y sensores moleculares.
El reconocimiento molecular y el autoensamblaje se pueden utilizar para preorganizar los reactivos y acercar los sitios de reacción para facilitar las reacciones químicas, especialmente cuando se enfrentan a reacciones termodinámica o cinéticamente improbables.
Las estructuras moleculares entrelazadas mecánicamente están compuestas de moléculas que están unidas entre sí simplemente por topología. La generación de tales estructuras a menudo se basa en interacciones no covalentes, y los ejemplos incluyen moléculas unidas, moléculas en rotación y nudos moleculares.
La maquinaria molecular se refiere a moléculas o grupos moleculares que pueden realizar funciones como movimiento lineal o rotacional. Este concepto ocupa una posición importante en la química supramolecular y la nanotecnología.
La química supramolecular ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de nuevos materiales, especialmente a través del proceso de autoensamblaje molecular, un enfoque de síntesis ascendente que permite a los químicos construir fácilmente estructuras grandes.
El diseño de catalizadores es una de las principales aplicaciones de la química supramolecular, donde las interacciones no covalentes desempeñan un papel clave en la unión de reactivos.
El diseño basado en la química supramolecular ha promovido la creación de biomateriales funcionales y agentes terapéuticos, incluidas proteínas, sistemas macrocíclicos y de enlaces de hidrógeno basados en combinaciones supramoleculares. Estos materiales han mostrado un potencial considerable en biomedicina.
A escala molecular, la química supramolecular se ha utilizado para demostrar capacidades computacionales y demostrar componentes utilizando señales químicas u ópticas que pueden facilitar en el futuro el almacenamiento y procesamiento de datos.
Debido a la influencia de la química supramolecular, se han abierto muchas aplicaciones biotecnológicas futuras, facilitando el desarrollo de nuevos materiales y fármacos. A medida que se profundiza la investigación, ¿puede la química supramolecular realmente cambiar nuestro panorama biotecnológico?