En ecología, la estabilidad de un ecosistema se refiere a su capacidad de volver rápidamente a su estado de equilibrio cuando se enfrenta a perturbaciones, o resiliencia. A diferencia de la estabilidad de la comunidad, la estabilidad ecológica adopta una visión más holística del desempeño de todo el ecosistema y puede ser estable en algunas características e inestable en otras. Se ha demostrado en la literatura científica que se pueden encontrar ecosistemas estables en todas partes de la naturaleza, siendo las comunidades de plantas y microbios de pastizales las más frecuentemente estudiadas.
No todas las comunidades o ecosistemas son estables y muchas veces enfrentan cambios y desafíos inesperados.
El concepto de estabilidad se formó gradualmente a principios del siglo XX, y el alcance del uso de este término ha seguido ampliándose con el progreso de la ecología teórica. Para aclarar el significado de este término, muchos científicos han propuesto reemplazarlo por términos más específicos, como constancia, resiliencia y persistencia. Sin embargo, estos cambios también han hecho que el concepto de estabilidad ecológica sea más vago, dando lugar a hasta 70 definiciones y conceptos diferentes.
Análisis de estabilidadCuando se trata la abundancia de especies mediante un sistema de ecuaciones, es común probar la estabilidad linealizando el sistema. Este enfoque se deriva del análisis de estabilidad utilizado por Robert May en la década de 1970, explorando la relación entre diversidad y estabilidad a través de la matriz jacobiana.
El criterio de estabilidad de May implica que la estabilidad dinámica está limitada por la diversidad, y la rigurosidad de esta restricción está relacionada con la amplitud de las fluctuaciones de interacción.
Las características de la estabilidad varían con el tiempo, y algunos sistemas permanecen constantes o muestran cambios cíclicos. Estas tendencias se pueden dividir en varios tipos, incluida la estabilidad dinámica, la estabilidad local y la estabilidad global.
La estabilidad dinámica se refiere a la estabilidad de un sistema a lo largo del tiempo. Una base importante para evaluar la estabilidad es si el sistema puede volver a su estado original ante pequeñas perturbaciones. Un punto estable significa que las pequeñas perturbaciones serán suprimidas, mientras que una pequeña perturbación puede ser amplificada y se considera inestable. La estabilidad local enfatiza la estabilidad del sistema en un corto período de tiempo, mientras que la estabilidad global involucra la estabilidad de todo el ecosistema.
La resistencia se refiere a la resistencia del sistema a las influencias externas, mientras que la inercia se refiere a la capacidad del sistema de permanecer estable después de perturbaciones externas. Según E.C. Pielou, el tiempo que tarda en establecerse un ecosistema maduro implica que los cambios en los ecosistemas tienden a ser lentos y normalmente no se adaptan inmediatamente al rápido cambio climático.
La relación entre estabilidad y diversidad ha sido ampliamente estudiada. La diversidad mejora la estabilidad de los ecosistemas frente a las perturbaciones ambientales y sus efectos se pueden ver a nivel genético, a nivel comunitario y a nivel del paisaje. Algunos estudios incluso muestran que la diversidad de comunidades microbianas puede exhibir diferentes estabilidades en diferentes entornos.
Antecedentes históricosEl término ecología fue acuñado por primera vez por Ernst Haeckel en 1866. En las décadas siguientes, muchos científicos realizaron investigaciones en profundidad sobre la estructura y diversidad de los ecosistemas, formando una rica base teórica.
Hasta el día de hoy, la estabilidad de los ecosistemas sigue siendo un tema de investigación importante y los científicos continúan planteando nuevas preguntas para explorar más fenómenos ecológicos. En último término, no podemos evitar preguntarnos: ¿Hasta qué punto pueden permanecer estables nuestros ecosistemas frente a un entorno en constante cambio?