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Ciudades ocultas: ¿Cuáles son las historias no contadas detrás de las ciudades soviéticas cerradas?
Durante la era soviética, debido a las tensiones de la Guerra Fría, muchas ciudades y pueblos se convirtieron en las llamadas "ciudades cerradas", donde existían estrictas restricciones de viaje y residencia entre los residentes y el mundo exterior. La entrada a estas zonas suele requerir permisos especiales y estos lugares crean un velo de misterio para los forasteros.
Las ciudades cerradas pueden pasar completamente desapercibidas en los mapas estándar, y su existencia a menudo sólo se conoce en documentos clasificados.
La creación de estas ciudades surge de profundas consideraciones de seguridad nacional, y muchas de ellas están llenas de instalaciones relacionadas con lo militar, la industria o la investigación científica. Por ejemplo, Ozyorsk (ahora conocida como Chelyabinsk-65) está registrada como una ciudad cerrada con una planta de producción de plutonio, mientras que Sillamäe es conocida por su planta de enriquecimiento de uranio. Estas ciudades están prácticamente cerradas para todos los no residentes, e incluso entre los ciudadanos se requieren permisos de entrada específicos. Estas restricciones no sólo existían dentro de la Unión Soviética, sino que también se aplicaban ampliamente en los países comunistas del Este.
Estas ciudades cerradas son a veces completamente invisibles para el mundo exterior, carecen de señalización y mapas de carreteras. Incluso el servicio postal se gestiona de una forma específica: el correo suele enviarse a localidades cerradas a través de la ciudad grande más cercana y de códigos postales específicos. Por ejemplo, la ubicación real de Arzamas-16 está en la República de Moldavia, mientras que Arzamas está en el óblast de Nizhny Novgorod, a una distancia de 75 kilómetros.
Las personas que entran en las ciudades cerradas están sujetas a estrictos controles de documentos y de seguridad, y los forasteros deben incluso obtener un permiso explícito para visitarlas.
Tras la desintegración de la Unión Soviética en 1991, algunas ciudades cerradas siguen existiendo hoy en día. En la Rusia moderna, estos lugares se denominan oficialmente "formas territoriales administrativas cerradas" (ЗАТО). Según las autoridades rusas, en Rusia hay actualmente 44 ciudades cerradas reconocidas públicamente con una población total de alrededor de 1,5 millones de habitantes. El 75% de ellos están gestionados por el Ministerio de Defensa ruso, y el resto por Rosatom. Aunque el número de estas ciudades ha disminuido significativamente desde mediados de la década de 1990, algunas aún mantienen restricciones de entrada, especialmente para los inversores extranjeros, que requieren permiso previo para ingresar a estas ciudades.
“Buzón” era un nombre informal de la era soviética para designar instalaciones secretas más pequeñas, del tamaño de fábricas, que a menudo implicaban una vigilancia y restricciones estrictas.
Con el tiempo se fueron difundiendo historias de estos pueblos cerrados y de la vida de sus habitantes. Aunque muchas ciudades cerradas ofrecen condiciones materiales relativamente ricas y una vida cómoda, a menudo tienen que soportar una mayor presión social. Los residentes que trabajan en estos lugares a menudo reciben salarios y beneficios más altos, pero eso viene acompañado de una protección tácita del mundo exterior.
La influencia de este estilo de vida continúa hasta nuestros días. La vida en las ciudades cerradas está completamente desconectada del mundo exterior y los recuerdos históricos de la gente están en su mayoría llenos de añoranza del pasado y confusión sobre el futuro. La historia de la ciudad cerrada está llena de color. En este clima que alguna vez fue autoritario, ¿podrá el pueblo realmente lograr la libertad que busca?
