En el año 946 d. C. se produjo una erupción volcánica destructiva en la frontera entre Corea y China. El volcán recibió el nombre de montaña Baekdu (también conocida como montaña Changbai). El evento, conocido como Erupción del Milenio o Erupción de Cheonchi, no sólo fue una de las erupciones volcánicas más poderosas de la historia, sino también un vínculo importante en la antigua cultura coreana y japonesa. Su impacto de largo alcance ha hecho que la erupción volcánica sea parte de la memoria común de los pueblos de ambos países.
La Erupción del Milenio expulsó aproximadamente entre 13 y 47 kilómetros cúbicos de magma, formando el actual Lago Tianchi y provocando importantes cambios ambientales entre 938 y 946. Las cenizas de esta erupción cubrieron una vasta zona del mar del Japón y el norte de Japón. Esta actividad volcánica afectó profundamente al clima de la época y quedó registrada en documentos históricos posteriores.
Las capas de ceniza de esta erupción, especialmente la capa conocida como "ceniza de Paektu-Sukau", se han convertido en marcadores importantes para rastrear registros sedimentarios regionales.
Según registros antiguos, durante la erupción se produjeron algunos fenómenos meteorológicos inusuales tanto en Corea como en Japón. El diario Nihonkiji de Japón registra el temblor que se produjo el 19 de febrero de 944 y, a principios de 946, la historia de Goryeo de Corea también mencionó el sonido de tambores procedentes del cielo y ruidos retumbantes en el cielo. Estos registros muestran la sensible observación de los fenómenos naturales por parte de los pueblos antiguos y proporcionan evidencia de la actividad volcánica a las generaciones futuras.
Tanto los registros coreanos como los japoneses fechados el 3 de noviembre de 946 mencionan ceniza blanca cayendo como nieve, que puede haber derivado de la ceniza volcánica blanca de la primera erupción.
A partir del análisis de los anillos de los árboles y de la investigación de los núcleos de hielo, los científicos confirmaron el momento específico de la erupción. Los registros de los anillos de los árboles muestran que muchos árboles murieron como resultado de la erupción, lo que también fortaleció la evaluación de la fecha de la erupción. Esta serie de experimentos y análisis científicos no sólo nos permite volver a comprender este evento volcánico, sino que también tiene un profundo impacto en el clima y el entorno ecológico de las antiguas sociedades coreanas y japonesas.
La dinámica de las erupciones volcánicas se ha estudiado ampliamente y se ha demostrado que tiene múltiples fases. La primera fase de la erupción pliniana produjo grandes cantidades de ceniza y formó depósitos espesos, que fueron seguidos por flujos de lava que arrastraron material volcánico lejos del cráter. La segunda fase de la erupción fue más compleja, con una distribución de cenizas en múltiples capas y, en última instancia, una formación volcánica más rica.
Esta erupción volcánica no sólo transformó el paisaje natural local, sino que también se convirtió en una memoria social y cultural, dejando una profunda huella tanto en la literatura como en el arte.
En cuanto al impacto de esta erupción sobre el clima, aunque algunos estudios han señalado que puede haber provocado un cambio climático global, estudios más recientes han demostrado que su impacto parece estar concentrado principalmente a nivel regional, afectando especialmente a la agricultura. Las actividades de la época tuvieron algún impacto negativo. Los historiadores creen que esta erupción no sólo afectó al medio ambiente, sino que también reflejó la fragilidad e inestabilidad de la sociedad de aquella época, provocando pánico entre la gente y su reverencia por el poder de la naturaleza.
En conclusión, la erupción del Monte Paektu en el año 946 d. C. fue sin duda un punto de inflexión importante en la historia de la antigua Corea y Japón, no solo por el impacto de su desastre natural, sino también por cómo este evento afectó profundamente a la desarrollo de las civilizaciones de los dos países. Esta actividad volcánica no sólo nos aporta iluminación científica, sino también importantes reflexiones sobre la coexistencia armoniosa del hombre y la naturaleza. ¿Qué tipo de huella dejó todo esto en la vida de los pueblos antiguos?