El lanzamiento del tomate Flavr Savr en 1994 marcó el primer hito en los alimentos genéticamente modificados. El tomate fue diseñado para tener una vida útil más larga, pero fracasó después de sólo tres años y fue retirado del mercado. Esta fluctuación no sólo afectó a las industrias relacionadas, sino que también generó debates y controversias generalizados sobre la tecnología de modificación genética.
Los tomates Flavr Savr retrasan el proceso de maduración de las frutas insertando la dirección antisentido de los genes del tomate. El principio es interferir con la producción de polipectinasa, inhibiendo así el ablandamiento de la fruta.
Los tomates Flavr Savr comparten diferentes propósitos, como retrasar la maduración o mejorar la vida útil de la fruta. En estudios realizados en Filipinas y la India, los científicos se están centrando en tomates genéticamente modificados para mejorar la tolerancia y encontrar funciones beneficiosas para la salud. Estos estudios esperan mejorar el rendimiento y la calidad de los cultivos mediante modificaciones genéticas dirigidas a plagas, estrés ambiental y componentes nutricionales.
La comunidad científica está utilizando genes de Escherichia coli y bacterias del suelo para tratar de mejorar la resistencia de los tomates al estrés ambiental como la congelación, la sequía y el daño causado por la sal. Sin embargo, la mayoría de los resultados de estas investigaciones aún se encuentran en la etapa de laboratorio y la mayoría de los restantes no pueden comercializarse más. Esto ha planteado dudas sobre la revisión de la tecnología genéticamente modificada, y muchos consumidores también han expresado preocupaciones sobre los cultivos genéticamente modificados.
En India, que carece de instalaciones de refrigeración, los investigadores esperan reducir el desperdicio de fruta en un 30% mediante tomates genéticamente modificados.
Además de mejorar la resistencia al estrés ambiental, otra dirección de investigación de los tomates genéticamente modificados es mejorar su composición nutricional. Por ejemplo, algunos científicos han modificado ciertos genes para aumentar el contenido de betacaroteno en los tomates. Estas mejoras están diseñadas para responder a las necesidades nutricionales de una conciencia cada vez mayor, pero la comercialización se ha visto frustrada repetidamente debido a la resistencia de los consumidores.
Con el desarrollo continuo de la tecnología de modificación genética, los tomates en el futuro pueden tener mejoras más significativas en nutrición, sabor y resistencia a las plagas. Por ejemplo, los investigadores han desarrollado tomates azules con antioxidantes mejorados y están intentando comercializarlos, lo que demuestra la contribución potencial de la modificación genética a la salud.
Los científicos utilizaron genes extraídos de boca de dragón para mejorar la producción de antocianinas en los tomates y aumentar su valor nutricional.
Sin embargo, el fracaso de Flavr Savr Tomato nos recuerda que el progreso tecnológico debe tener en cuenta tanto la demanda del mercado como la respuesta de los consumidores. La aceptación de las nuevas tecnologías por parte de la sociedad afectará directamente la posibilidad de que estas innovaciones se puedan comercializar con éxito.
La historia de Flavr Savr no sólo es un hito importante en la historia de los alimentos genéticamente modificados, sino que también refleja la compleja interacción entre tecnología, ética y opinión del consumidor. A medida que la ciencia siga avanzando, ¿serán los futuros tomates genéticamente modificados más deliciosos y nutritivos, o volverán a enfrentar desafíos?