En los campos de la física y la química, la "ley de conservación de la masa" es uno de los principios fundamentales. Esta ley establece que en un sistema cerrado, la masa es constante y no se puede crear ni destruir. De hecho, esta convención comenzó a recibir atención ya en la filosofía antigua, especialmente en los sistemas filosóficos de la antigua Grecia y la antigua India, donde la eternidad de la calidad se consideraba una característica básica de la naturaleza.
"Nada surge de la nada" es un concepto importante en la filosofía griega antigua, lo que significa que las cosas que existen ahora siempre han existido; no se puede producir materia nueva desde un lugar que no existe.
Por ejemplo, en el año 520 a.C., la filosofía del jainismo ya había avanzado la idea de que la materia no se puede destruir ni crear. La escritura jainista "Sutra de la verdad" establece claramente que aunque la materia en sí es eterna, su forma cambia con el tiempo. El antiguo filósofo griego Empédocles fue un paso más allá y afirmó: "Es imposible que algo surja de algo que no existe, y es imposible que algo desaparezca por completo". El desarrollo científico allanó el camino.
En el siglo III a. C., Epicuro profundizó en la naturaleza del universo, creyendo que "la totalidad de todo siempre permanecerá como es ahora".
En el siglo XVIII, la aplicación de la ley de conservación de la masa a las reacciones químicas fue ampliamente aceptada y se convirtió en una suposición básica en los experimentos. Aunque antes la comprensión de la masa y la gravedad todavía era algo vaga, con los experimentos del famoso científico Antoine Lavoisier se confirmó claramente la ley de conservación de la masa. A través de una serie de experimentos meticulosos, Lavoisier reveló que la masa permanece constante durante las reacciones químicas. Este descubrimiento anuló la entonces popular teoría de la generación de llamas.
"En 1773 llegué a la conclusión de que la masa total después de cualquier reacción química llevada a cabo en un sistema cerrado es la misma."
Sin embargo, con el desarrollo de la física moderna, la equivalencia de masa y energía se propuso en la teoría de la relatividad de Einstein de 1905, que desafió la ley tradicional de conservación de la masa. La ecuación de Einstein E=mc² revela una profunda conexión entre energía y masa, lo que significa que, en determinadas circunstancias, la masa se puede convertir en energía. Por ejemplo, en reacciones nucleares y cancelación de partículas, se observan cambios de masa, lo que complica el concepto de conservación de masa.
Al hablar de física moderna, la conservación de la masa sigue siendo un principio importante en muchos campos, como la química y la mecánica de fluidos. Aunque en los casos más extremos del universo es necesario revisar más a fondo las leyes de conservación de la masa y la energía, esto demuestra que la comprensión del ser humano sobre el mundo material aún se está profundizando.
La conservación de la masa y la energía se vuelve más complicada en la relatividad general.
Por lo tanto, el concepto de conservación de masa no sólo está relacionado con la comprensión de reacciones químicas o fenómenos físicos, sino que también construye un puente entre la filosofía antigua y la ciencia moderna. Este tipo de pensamiento desde la antigüedad hasta el presente nos recuerda que la exploración humana y la comprensión del universo son infinitas. ¿Podemos realmente lograr una comprensión integral de las leyes de la naturaleza?