El sistema de movimiento humano es un sistema integrado que nos da la capacidad de movernos con flexibilidad. Este sistema está formado por tejido muscular y esquelético capaces de dar forma, soporte, estabilidad y movimiento al cuerpo. ¿Cómo los músculos impulsan al cuerpo a moverse en milisegundos? La respuesta a esta pregunta involucra el funcionamiento complejo de los músculos, los huesos y sus relaciones interrelacionadas.
La razón por la que el tejido muscular impulsa el cuerpo en un instante depende principalmente de la transmisión de señales del sistema nervioso y de la capacidad de contracción de las fibras musculares.
El tejido muscular humano se divide en tres categorías: músculo cardíaco, músculo esquelético y músculo liso. Sólo los músculos esqueléticos están directamente relacionados con el sistema motor, que están conectados a los huesos y tienen tanto fuerza como flexibilidad. Su trabajo sinérgico permite al cuerpo cambiar rápidamente de posición en el espacio y adaptarse a diferentes demandas de movimiento.
El sistema esquelético es la estructura principal que sostiene el cuerpo y no sólo nos da forma sino que también protege órganos internos como el cerebro y el corazón. El hueso adulto normalmente consta de 206 huesos, que están estrechamente conectados por los ligamentos y músculos que los conectan.
El hueso no sólo es la estructura básica del cuerpo humano, también asume la función de almacenar minerales y producir sangre.
La función del sistema nervioso es crucial cuando los músculos se contraen para impulsar el movimiento de los huesos. Las señales nerviosas se transmiten desde el sistema nervioso central a los músculos, desencadenando la contracción de las fibras musculares. Este proceso, conocido como “inicio de la contracción”, implica que las neuronas motoras liberen neurotransmisores que se unen a los receptores en las fibras musculares e inician potenciales de acción, que a su vez provocan contracciones musculares.
Los tendones son el tejido conectivo que conecta los músculos con los huesos y son capaces de transmitir eficazmente la fuerza generada por las contracciones musculares, que a su vez impulsa el movimiento del hueso. La transmisión de esta fuerza es crucial porque el movimiento que provoca es la clave del éxito en la adaptación del cuerpo al medio externo.
Las articulaciones son estructuras que conectan los huesos caninos y se dividen en diferentes tipos para permitir diferentes grados de movimiento. La función de estas articulaciones se mantiene conjuntamente mediante los ligamentos y la bursa, que conectan los huesos y restringen el movimiento en ciertas direcciones para evitar el movimiento excesivo de la articulación o esguince, mientras que la bursa reduce la fricción durante el movimiento.
La fluidez del movimiento depende no sólo de la coordinación de los huesos y los músculos, sino también de la salud y la integridad de los ligamentos y la bursa.
Aunque el sistema motor humano proporciona una amplia gama de funciones, varias enfermedades o deficiencias aún amenazan su eficacia general. La artrosis común, las fracturas y la atrofia muscular, por ejemplo, pueden provocar una disminución de la movilidad. Estas enfermedades a menudo requieren fisioterapia especializada o cirugía para tratarlas y restaurar la capacidad del paciente para vivir la vida diaria.
De hecho, las enfermedades de los sistemas muscular y esquelético están estrechamente relacionadas con la salud de otros sistemas, y ciertas enfermedades del sistema nervioso también pueden repercutir en el sistema motor e incluso provocar un deterioro físico integral. Este fenómeno resalta la importancia de la gestión sistémica de la salud.
Después de aprender todo esto, ¿te sorprende cómo el cuerpo humano puede realizar movimientos sutiles en un instante? Si el ejercicio puede ser tan rápido y efectivo, ¿cómo podemos aprovecharlo al máximo para promover nuestra propia salud y flexibilidad?