La depresión posterior al accidente cerebrovascular (PSD) es una depresión que puede ocurrir después del accidente cerebrovascular, que tiene un impacto significativo en el proceso de curación y la calidad de vida general de las personas afectadas.Los estudios han demostrado que la depresión posterior al accidente cerebrovascular está particularmente asociada con el daño a los ganglios basales o la región del cerebro anterior, incluida la giro del hipocampo y la corteza prefrontal.El tratamiento de esta condición generalmente incluye inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina (SNRI), antidepresivos tricíclicos y terapia cognitiva conductual.
Los síntomas de la depresión después del accidente cerebrovascular son los mismos que los de la depresión principal.
Por definición, estos síntomas incluyen:
Se informa que la incidencia de depresión posterior al accidente cerebrovascular es entre el 18% y el 33%, pero esta condición a menudo se subestima debido a los síntomas superpuestos de accidente cerebrovascular y depresión.
Muchos factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de depresión posterior al accidente cerebrovascular, incluyendo:
La ubicación, el tamaño, la gravedad general del accidente cerebrovascular y su impacto en la función cognitiva pueden predecir la posibilidad de depresión posterior al accidente cerebrovascular que otros factores de riesgo.
El mecanismo exacto de la depresión posterior al accidente cerebrovascular no se entiende completamente, y esta condición es causada por la interacción compleja de múltiples factores como la neuroquímica, la estructura y la inflamación.En particular, las funciones del sistema límbico asociadas con la depresión mayor pueden verse directa o indirectamente afectadas por el accidente cerebrovascular.
El glutamato es una sustancia de neurotransmisores excitadoras.
El eje hipotalámico-pituitario-adrenal (HPA) es responsable de regular las respuestas de estrés.La disfunción del eje HPA se asocia con niveles elevados de cortisol e inflamación crónica, todas relacionadas con la depresión mayor.
La función del factor neurotrófico en pacientes con depresión después del accidente cerebrovascular se ve afectada, lo que afecta el crecimiento nervioso y la plasticidad de la giro del hipocampo y los lóbulos prefrontales, lo que puede conducir a una disminución de la regulación emocional y la función cognitiva.
Después de la depresión del accidente cerebrovascular, generalmente se asocia con una disminución en los niveles de sustancias conductoras como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina, lo que afectará la regulación del estado de ánimo, la función cognitiva y el sistema de recompensa intracerebral.
La detección de pantalla para la depresión posterior al accidente cerebrovolta debe ser un procedimiento estándar para la atención posterior al atardecer, y se deben utilizar herramientas como la Escala de puntaje de melancolía de Hamilton (HDRS) y el Cuestionario de salud del paciente (PHQ-9).
El diagnóstico es clínico, y cualquier paciente que tenga síntomas de depresión persistentes después del accidente cerebrovascular puede ser diagnosticado con depresión posterior al accidente cerebrovascular.Si bien estos criterios pueden parecer simples, el diagnóstico puede ser un desafío debido a la superposición entre los síntomas neurológicos y la depresión relacionados con el accidente cerebrovascular.
La diferencia entre la depresión posterior al accidente cerebrovascular y la apatía posterior al accidente cerebrovascular (PSA) es crucial.La apatía después del accidente cerebrovascular implica una reducción en el comportamiento orientado a objetivos y una falta de ejercicio o habla espontánea, pero no incluye síntomas relacionados con la depresión como depresión, pensamientos suicidas o culpa.
Las estrategias de tratamiento para la depresión posterior al accidente cerebrovascular generalmente incluyen lo siguiente:
La tasa de mortalidad de los pacientes con depresión después del accidente cerebrovascular y la función cognitiva basal es más alta que la de los pacientes con accidente cerebrovascular sin depresión.Sin embargo, estas consecuencias pueden mejorarse significativamente por antidepresivos como los ISRS.La discapacidad sigue siendo un desafío para muchos pacientes con accidente cerebrovascular, y la depresión posterior al accidente cerebrovascular puede agravar los problemas médicos y afectar aún más la discapacidad.Enfrentados con el desafío de la depresión posterior al accidente cerebrovascular, deberíamos pensar: ¿cómo identificar y tratar de manera más efectiva los problemas de salud mental de estos pacientes para promover su recuperación y calidad de vida?