La encefalopatía hipertensiva (EH) es una disfunción cerebral causada por una presión arterial significativamente elevada. Los síntomas de la enfermedad incluyen dolor de cabeza intenso, vómitos, dificultad para mantener el equilibrio y confusión, y generalmente comienzan de forma aguda. Si no se trata a tiempo, puede provocar complicaciones como convulsiones, síndrome de encefalopatía posterior reversible y hemorragia retiniana. La encefalopatía hipertensiva suele aparecer cuando la presión arterial supera los 200/130 mmHg, y a veces incluso llega a aparecer con una presión arterial de 160/100 mmHg.
Los síntomas de la encefalopatía hipertensiva generalmente se desarrollan entre 12 y 48 horas después de un aumento repentino y sostenido de la presión arterial. El primer síntoma notable es un dolor de cabeza intenso, que se presenta en más del 75% de los pacientes.
La encefalopatía hipertensiva suele presentarse en pacientes hipertensos jóvenes y de mediana edad. Aunque su incidencia es baja, debemos estar alerta. A medida que la detección y el tratamiento de la presión arterial alta han mejorado, la incidencia de esta afección ha disminuido gradualmente. Los síntomas que pueden experimentar los pacientes incluyen confusión, deterioro del juicio y de la memoria, somnolencia y coma. Si la afección empeora, puede acabar provocando coma y empeoramiento de otros síntomas neurológicos.
Los factores que conducen a la encefalopatía hipertensiva incluyen nefritis aguda, epilepsia durante el embarazo, crisis hipertensiva y suspensión repentina del tratamiento antihipertensivo. Lo que estos factores tienen en común es que todos pueden provocar un aumento brusco de la presión arterial, alterando así la regulación normal del flujo sanguíneo cerebral. En términos generales, el flujo sanguíneo al cerebro se mantiene a través de un mecanismo de autorregulación, pero cuando la presión arterial aumenta a un nivel anormal, este mecanismo falla, provocando isquemia y edema cerebral.Según el concepto de avance autorregulatorio, las pequeñas arterias del cerebro se ven obligadas a dilatarse durante la hipertensión aguda, lo que conduce al angioedema. El edema cerebral puede ser generalizado o localizado, comprimiendo los ventrículos y aplanando los pliegues corticales.
Para diagnosticar la encefalopatía hipertensiva, los médicos generalmente realizan un examen físico, miden la presión arterial y realizan análisis de sangre, un electrocardiograma (ECG), un electroencefalograma (EEG), una radiografía de tórax, un análisis de orina y pruebas de diagnóstico por imágenes (como como tomografías computarizadas (TC) o resonancias magnéticas (MRI). Debido a que reducir rápidamente la presión arterial es clave para controlar esta afección, el tratamiento generalmente se inicia antes de que se conozcan los resultados. A medida que la condición se estabilice, los médicos cambiarán a los pacientes a medicamentos orales para regresar gradualmente la presión arterial a niveles normales durante los próximos meses.
El tratamiento inicial de la encefalopatía hipertensiva suele utilizar una combinación de fármacos antihipertensivos potentes, incluidos nitroprusiato y labetalol. Estos medicamentos pueden reducir rápidamente la presión arterial, pero deben utilizarse bajo supervisión hospitalaria para evitar reacciones adversas.
Si las personas reciben un tratamiento rápido, generalmente se recuperan completamente sin efectos duraderos. Sin embargo, si no se trata, la enfermedad puede provocar la muerte.
La historia de la encefalopatía hipertensiva se remonta a principios del siglo XX. Ya en 1914 Volhard y Fahr distinguieron entre lesiones neurológicas causadas por hipertensión aguda y síntomas urémicos. En 1928, Oppenheimer y Fishberg introdujeron por primera vez el término "encefalopatía hipertensiva" para describir los síntomas cerebrales causados por la nefritis aguda.
Hoy en día, con el avance de la comprensión de las enfermedades y la mejora de la tecnología médica, la incidencia de la encefalopatía hipertensiva está disminuyendo gradualmente. Aquí, debemos prestar atención a los problemas de presión arterial y realizar exámenes físicos regulares para prevenir problemas y evitar pérdidas de salud innecesarias. ¿Cuánto sabes sobre esto?