En el mundo de la ingeniería energética, los motores de combustión interna y los motores de combustión externa ocupan una posición fundamental. Existen diferencias significativas en los principios, estructuras y escenarios de aplicación de estos dos motores, lo que afecta su eficiencia y funcionamiento. Comprender estas diferencias es de gran importancia para el desarrollo de futuras tecnologías energéticas y la formulación de políticas de protección ambiental.
La clave para la eficiencia del motor es la relación entre el trabajo disponible y el calor absorbido.
Los motores de combustión interna, como su nombre indica, son motores que arden internamente. Se divide principalmente en motores de gasolina y motores diésel. Los motores de gasolina suelen utilizar el ciclo Otto, mientras que los motores diésel dependen del ciclo diésel para funcionar. La forma en que funciona un motor de combustión interna implica que el combustible se mezcla con el aire dentro del cilindro y luego se enciende, provocando una explosión para producir energía.
En los motores de combustión interna, uno de los mayores desafíos es cómo controlar eficazmente el proceso de combustión y mejorar la eficiencia térmica. La eficiencia térmica de los motores de combustión interna suele estar entre el 20% y el 40%, lo que significa que la mayor parte de la energía del combustible se desperdicia en forma de calor. Muchos fabricantes de automóviles modernos invierten continuamente en investigación y desarrollo para mejorar la eficiencia del combustible y reducir las emisiones.
La eficiencia de un motor de combustión interna está limitada por una variedad de factores, incluida la relación de compresión, las pérdidas por fricción y las pérdidas de potencia.
A diferencia de los motores de combustión interna, los motores de combustión externa convierten la energía térmica en energía cinética durante el proceso de combustión. Ejemplos de dichos motores incluyen las máquinas de vapor y las turbinas de gas. El funcionamiento de estos motores implica tomar agua u otro fluido como medio y calentarlo para impulsar un pistón o turbina, produciendo así energía.
La eficiencia térmica de los motores de combustión externa suele ser menor que la de los motores de combustión interna, debido principalmente a las pérdidas durante la conversión de calor entre diferentes medios. Sin embargo, con el desarrollo de la tecnología moderna, la eficiencia de las turbinas de gas ha mejorado y la eficiencia térmica de algunas turbinas de gas nuevas puede alcanzar el 46% o incluso el 61%.
Tanto los motores de combustión interna como los motores de combustión externa tienen sus propias ventajas y desventajas, y sus diferencias de eficiencia provienen principalmente de sus principios de funcionamiento y procesos de conversión de calor. En términos generales, los motores de combustión interna son más eficientes a altas cargas y velocidades, pero su eficiencia disminuye significativamente a bajas velocidades y cargas. Sin embargo, los motores de combustión externa funcionan con una eficiencia relativamente estable bajo alta presión y temperatura, pero aún pueden verse afectados por pérdidas de eficiencia en determinadas circunstancias.
El suministro oportuno de combustible y un control preciso de la combustión son las claves para mejorar la eficiencia del motor.
Con la creciente conciencia mundial sobre la reducción de las emisiones de carbono y la protección del medio ambiente, las innovaciones tecnológicas en los motores de combustión interna y los motores de combustión externa se han vuelto cada vez más importantes. La aparición de varias tecnologías nuevas, como los sistemas de energía híbridos y el uso de combustibles alternativos, también ha dado al mercado nuevas ideas sobre las direcciones de aplicación de estos dos motores. Si analizamos las soluciones técnicas generales, ¿qué motor dominará el desarrollo futuro del sistema de energía?