La lesión cerebral traumática (TBI), o lesión intracraneal, es un daño al cerebro causado por fuerzas externas. Dependiendo de la gravedad de la lesión, la lesión cerebral traumática se puede dividir en lesión cerebral traumática leve (conmoción cerebral menor) y lesión cerebral traumática grave. Comprender la diferencia entre ambos es fundamental para la prevención y el tratamiento, especialmente porque este tipo de lesiones pueden afectar múltiples funciones del cerebro y pueden variar desde una recuperación total hasta una discapacidad permanente o incluso la muerte.
Las causas del trauma cerebral incluyen caídas, colisiones de vehículos y actos violentos, y las consecuencias de estos eventos pueden ser extremadamente graves.
Según la gravedad de la lesión, las lesiones cerebrales traumáticas se pueden clasificar como leves (como una conmoción cerebral menor), moderadas y graves. Las conmociones cerebrales leves generalmente causan sólo una pérdida temporal del conocimiento y síntomas de corta duración. Sin embargo, las lesiones cerebrales graves pueden durar más y estar asociadas con síntomas más graves.
La Escala de Coma de Glasgow (GCS) es un sistema comúnmente utilizado para evaluar el nivel de conciencia. En general, se cree que una puntuación GCS de 13 o más se considera leve, de 9 a 12 es moderada y de 8 o menos es grave.
El diagnóstico de lesión cerebral traumática implica la evaluación de la evidencia clínica y la neuroimagen. Los síntomas específicos ayudarán a los profesionales médicos a determinar la naturaleza y gravedad de la lesión. Estos síntomas pueden implicar disfunción cognitiva, emocional y social.
En el caso de una lesión cerebral grave, los síntomas comunes incluyen dolor de cabeza prolongado, náuseas, vómitos e incapacidad para despertar al paciente.
Las causas más comunes de TBI en los Estados Unidos incluyen violencia, accidentes de tráfico, accidentes en obras de construcción y lesiones deportivas. Para los niños, la mayoría de las caídas son la principal causa de lesiones. Las lesiones cerebrales traumáticas graves tienen tasas de procedimiento más altas en los niños que otros tipos de lesiones.
Fuerzas como el tipo, la dirección, la intensidad y la duración de la lesión cerebral traumática influyen en el carácter y la gravedad de la lesión. Esta fuerza física se puede dividir en lesiones por contacto y sin contacto, normalmente una combinación de ambas. Por ejemplo, una conmoción cerebral generalmente se considera una lesión sin contacto, mientras que un impacto en la cabeza se considera una lesión por contacto.
Entre los pacientes con TBI, muchos empeoran gradualmente durante los días o semanas posteriores a la experiencia traumática. El deterioro no se explica por la lesión primaria inicial sino que fue causado por lesiones secundarias posteriores. Por ejemplo, el aumento de la presión dentro del cerebro puede provocar un mayor daño cerebral.
La neuroimagen es una herramienta importante para determinar la lesión cerebral traumática. La tomografía computarizada (TC) es la herramienta de examen más utilizada en situaciones de emergencia, mientras que la resonancia magnética (IRM) muestra información más detallada para exámenes a largo plazo.
Dado que las lesiones cerebrales traumáticas a menudo se asocian con accidentes automovilísticos, la ocurrencia de accidentes se puede reducir significativamente mediante el uso adecuado de cinturones de seguridad, asientos de seguridad para niños y cascos.
El tratamiento de la TBI depende de la gravedad de la herida y del estado de recuperación del paciente. Durante la fase aguda, la atención se centra en estabilizar la condición del paciente y prevenir daños mayores. Las lesiones más graves requerirán el ingreso a una unidad de cuidados intensivos y el posterior traslado a una sala de neurocirugía.
La pérdida de funciones cognitivas y sociales se puede mejorar mediante medidas de rehabilitación integral, contribuyendo a mejorar la calidad de vida del paciente.
Los efectos de las conmociones cerebrales leves y las lesiones cerebrales graves muestran la fragilidad y la importancia de la función cerebral. Esto nos obliga a pensar en cómo podemos proteger de manera más efectiva nuestro cerebro contra lesiones y brindar una recuperación óptima después de una lesión.