Los receptores opioides son un grupo de receptores inhibidores acoplados a proteína G, unidos principalmente por ligandos opioides endógenos. Estos ligandos incluyen tenorfinas, endorfinas, endorfinas y moléculas relacionadas. Estos receptores están ampliamente distribuidos en el cerebro, la médula espinal, los nervios periféricos y el tracto digestivo, lo que indica que desempeñan un papel importante en el cuerpo humano.
Los receptores opioides no sólo son fundamentales en la regulación del dolor, sino que también están estrechamente relacionados con la evolución del sistema inmunológico.
Ya a mediados de la década de 1960, a través de investigaciones farmacológicas, los científicos comenzaron a reconocer la posibilidad de que los opioides actuaran en sitios receptores específicos. En 1971, los científicos realizaron por primera vez estudios de unión a receptores con opioides radiomarcados, incluidos los primeros estudios con 3H-riflunomida. En 1973, Candace Pert y Solomon H. Snyder publicaron estudios detallados de unión sobre el receptor opioide mu, lo que marcó el comienzo de la investigación sobre receptores opioides.
La familia de receptores opioides apareció por primera vez en la evolución de los vertebrados. Sus orígenes se remontan a un evento de duplicación genética doble hace 450 millones de años. La evolución de estos receptores les ha llevado a desempeñar un papel clave en la supervivencia y reproducción de los organismos, especialmente en respuesta al dolor y la inflamación en el medio ambiente. Las investigaciones muestran que la presencia de estos receptores está estrechamente relacionada con la supervivencia de los primeros animales.
La evolución de los receptores opioides nos dice cómo estos receptores ayudan a los organismos a permanecer estables durante el dolor y la angustia.
Los receptores opioides actualmente conocidos se dividen principalmente en cuatro subtipos, incluidos los receptores μ, δ, κ y NOP. Estos receptores llevan el nombre del primer ligando que se une con éxito; por ejemplo, el receptor mu proviene de las iniciales de morfina; Por analogía, los receptores kappa y delta también reciben nombres según su proceso de descubrimiento. Aunque estos receptores son estructuralmente similares, sus funciones difieren significativamente.
El papel de los receptores opioides en el sistema inmunológico ha atraído una atención generalizada. Las investigaciones muestran que estos receptores no sólo regulan el dolor sino que también influyen en la modulación de las respuestas inmunitarias. Por ejemplo, la presencia de receptores mu en las células inmunitarias puede afectar su actividad y, por tanto, la eficacia del sistema inmunitario en general. Al mismo tiempo, la activación de estos receptores puede conducir a la supresión del sistema inmunológico, lo cual es particularmente significativo en pacientes con uso prolongado de opioides.
La estrecha conexión entre los receptores opioides y el sistema inmunológico proporciona nuevos conocimientos sobre el vínculo entre el dolor y las respuestas inmunitarias.
Aunque las investigaciones existentes nos han proporcionado una comprensión inicial de la interacción de los receptores opioides con el sistema inmunológico, aún queda una mayor exploración de este complejo mecanismo biológico. Los estudios futuros pueden revelar cómo estos receptores influyen en el desarrollo de la enfermedad y cómo su variabilidad en diferentes poblaciones puede afectar el tratamiento.
La estrecha conexión entre la evolución de los receptores de opioides y el sistema inmunológico ha desencadenado una serie de pensamientos, especialmente en el contexto de la creciente dependencia y abuso de opioides en la sociedad actual, sobre cómo deberíamos pensar sobre el papel de estos receptores en nuestra ¿Qué pasa con el papel en el manejo de enfermedades?