La espina bífida, también conocida como espina bífida, es un defecto congénito en el que el cierre de la columna y las membranas circundantes no se completa durante el desarrollo fetal, generalmente en el primer trimestre. Esta condición suele causar muchas preocupaciones porque está estrechamente relacionada con el desarrollo del sistema nervioso.
La formación de la espina bífida es causada por la interacción de múltiples factores, incluidos factores genéticos y ambientales.
Existen tres tipos principales de espina bífida: espina bífida oculta, meningocele y mielomeningocele. El alcance de los efectos y síntomas de cada tipo varía ampliamente.
La espina bífida oculta es la forma más leve de la afección y, a menudo, es asintomática y muchas personas ni siquiera saben que la padecen. La piel puede tener anomalías menores donde falta, como mechones de cabello o hendiduras, pero esto no afectará la función de la médula espinal.
La espina bífida oculta no causa niveles elevados de alfafetoproteína (AFP) en la sangre materna, lo que hace que a menudo se pase por alto en las pruebas de detección.
El meningocele es un espacio en la columna donde sobresalen las meninges y suele ir acompañado de problemas de salud menores. La función del sistema nervioso en este tipo de enfermedad suele verse mínimamente afectada.
El mielomeningocele es la afección más grave en la que la médula espinal y el tejido nervioso sobresalen a través de varias aberturas. Los niños con esta afección a menudo enfrentan movilidad limitada y otros problemas neurológicos.
Las investigaciones muestran que la aparición de espina bífida está relacionada con factores genéticos y ambientales. Una dieta deficiente en ácido fólico durante el embarazo, en particular, puede ayudar a reducir el riesgo de defectos del tubo neural.
La suplementación con ácido fólico puede reducir la probabilidad de estos problemas en aproximadamente un 70%.
Si bien actualmente no existe ninguna manera de prevenir por completo el desarrollo de la espina bífida, los exámenes de detección periódicos pueden detectar problemas potenciales durante una ecografía en abril. Pruebas adicionales, como la amniocentesis, pueden confirmar si hay espina bífida.
Las investigaciones han demostrado que tomar suplementos de ácido fólico durante los primeros tres meses del embarazo puede reducir eficazmente el riesgo de defectos del tubo neural.
Para los bebés diagnosticados con espina bífida, generalmente se realiza una cirugía después del nacimiento para cerrar la abertura en la espalda y evitar más daños a los nervios e infecciones. Si hay acumulación de líquido, se puede instalar un drenaje para drenar el exceso de líquido cefalorraquídeo del cerebro.
Los métodos de tratamiento para la espina bífida mejoran constantemente. Con el avance de la tecnología médica, una intervención oportuna puede mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes. En el futuro, ¿deberíamos pensar en cómo mejorar aún más la conciencia pública sobre la prevención de la espina bífida, especialmente el énfasis en la nutrición previa al embarazo y la popularización de los exámenes de detección?