El virus del moquillo canino (CDV) es una enfermedad viral que puede afectar a una variedad de mamíferos y no afecta a los humanos. La enfermedad ataca a una variedad de animales, incluidos perros domésticos, caninos salvajes y algunos grandes felinos, y afecta varios sistemas del cuerpo, particularmente el tracto gastrointestinal y respiratorio. Los síntomas incluyen fiebre alta, inflamación de los ojos, dificultad para respirar, vómitos y diarrea. Aunque la difusión de vacunas ha reducido considerablemente su incidencia en algunas zonas, el CDV sigue siendo una de las principales causas de muerte en perros.
El virus del moquillo canino tiene un grave impacto en el sistema inmunológico, especialmente en perros no vacunados, con tasas de mortalidad que alcanzan el 80%.
El virus del moquillo canino es un virus de ARN monocatenario que pertenece a la familia Paramyxoviridae. La enfermedad se remonta a 1761, cuando fue descrita por primera vez en España y posteriormente descrita en detalle por Edward Jenner en 1809. En 1905, el veterinario francés Henri Carré confirmó que la enfermedad era causada efectivamente por un virus. Desde entonces, el desarrollo de vacunas ha sido clave para la prevención y el tratamiento del moquillo canino.
Los signos clínicos de CDV varían desde signos asintomáticos hasta signos respiratorios leves y neumonía grave. Los síntomas comunes incluyen secreción nasal, vómitos, diarrea, deshidratación y dificultad para respirar. Si se presentan síntomas neurológicos, puede producirse incontinencia. A medida que avanza la enfermedad, algunos perros pueden desarrollar afecciones graves, como contracciones musculares involuntarias y epilepsia.
Los perros que tienen la suerte de sobrevivir pueden tener problemas de salud continuos, incluidas secuelas como engrosamiento de las plantas de los pies e hipoplasia del esmalte dental.
El virus del moquillo canino se transmite principalmente a través de gotitas en el aire y el contacto con fluidos corporales de animales infectados. El período de incubación del virus suele ser de 14 a 18 días, por lo que la vacunación periódica es fundamental para prevenir esta enfermedad. Actualmente hay varias vacunas disponibles en el mercado contra el CDV y estas vacunas son obligatorias en algunas zonas.
Actualmente no existe un tratamiento específico para el CDV y el tratamiento suele ser sintomático, con énfasis en la atención de apoyo. Esto incluye reposición de líquidos, ajuste del equilibrio electrolítico y tratamiento con antibióticos para prevenir infecciones secundarias. En la mayoría de los casos, los cachorros jóvenes tienen una tasa de mortalidad más alta, mientras que a los perros adultos les va relativamente bien.
Los científicos continúan pidiendo una mejor implementación de vacunas para prevenir y controlar mejor esta enfermedad que representa una amenaza para la salud de los perros.
Aunque la introducción de vacunas ha reducido efectivamente la incidencia del moquillo canino, la epidemia aún prevalece en áreas donde se reúnen perros no vacunados, como refugios de animales y tiendas de mascotas. Esto no sólo supone una amenaza para la salud de los perros, sino que también afecta a la salud pública de la comunidad.
La existencia del virus del moquillo canino no sólo es un peligro oculto para la salud animal, sino que también puede afectar el equilibrio ecológico. Entonces, ante esta misteriosa enfermedad, ¿cómo debemos reforzar las medidas de protección para garantizar la salud y la seguridad de los perros?