La selva amazónica en Brasil alguna vez fue una de las selvas tropicales más grandes de la Tierra, pero con la continua deforestación y los cambios ambientales, se está convirtiendo gradualmente en una fuente importante de emisiones de carbono, lo que tiene un profundo impacto en el clima global. Según los datos, desde 1970 se han destruido más de 700.000 kilómetros cuadrados de selva amazónica, una cifra equivalente a la superficie de Suiza.
En 2001, la selva amazónica cubría una superficie de aproximadamente 5,4 millones de kilómetros cuadrados, lo que supone sólo el 87% de su superficie original.
En las últimas dos décadas, la superficie deforestada en la Amazonia alcanzó los 300.000 kilómetros cuadrados. Este ritmo no sólo perjudica la ecología, sino que también provoca graves pérdidas económicas, que se estiman en 317.000 millones de dólares al año. Estas pérdidas son aproximadamente siete veces mayores que las materias primas producidas por la tala.
Antecedentes históricosEl problema de la deforestación de la Amazonia no se limita a los últimos años. Ya en el siglo XVI, la selva de Atalanta, en Brasil, fue destruida por el continuo desarrollo urbano y la producción agrícola. La visión del actual presidente argentino, João Guatemala, es hacer de la Amazonia parte de la historia de la civilización humana a través del desarrollo racional.
Una vez declaró: "Amazon ya no será sólo un simple capítulo en el mundo".
Sin embargo, después de la década de 1960, el ecosistema amazónico comenzó a sufrir daños significativos cuando los agricultores entraron en la selva tropical para abrir tierras de cultivo. Estos agricultores utilizan el método de "cultivo de quema", y aunque pueden obtener una buena cosecha en la etapa inicial, a medida que la calidad del suelo se deteriora, los agricultores tienen que recurrir a talar más tierras forestales para ganarse la vida.
Los patrones de crecimiento económico son un factor clave que impulsa la deforestación en la Amazonía. La acumulación de tierras en Brasil, basada en la exportación de materias primas, ha sido un importante impulsor de la deforestación en la Amazonia, y la ganadería, la minería y la producción de soja son todos responsables.
Según informes, el 70% de las tierras deforestadas se utilizan para el pastoreo de ganado.
Además del conflicto entre pequeños agricultores y grandes terratenientes, el gobierno brasileño ha brindado un apoyo masivo a la agricultura, lo que ha llevado a la construcción de mucha infraestructura. Sin embargo, esta infraestructura también ha provocado una mayor deforestación. Importantes obras viarias, como la apertura de la carretera Terrassa-Amazonas, atrajeron a un gran número de inmigrantes del interior, lo que a su vez provocó daños ecológicos de gran magnitud.
Impacto de la producción de sojaBrasil es el segundo mayor productor de soja del mundo, una industria que ha creado enormes beneficios económicos para los agricultores pero que también ha impulsado la deforestación. Los expertos del sector señalan que el suelo apto para la agricultura sólo puede seguir siendo productivo durante unos años después de ser talado y, tarde o temprano, será necesario volver a talarlo.
Aunque las actividades de tala legal en Brasil están relativamente controladas, la tala ilegal sigue siendo un problema grave. Se estima que hasta el 80% de la tala es ilegal y esta actividad ejerce aún más presión sobre el medio ambiente.
Los efectos interrelacionados del cambio climáticoEl cambio climático está agravando los incendios, especialmente en la región del Pantanal. Los expertos predicen que si los desafíos climáticos que enfrenta la Amazonia no se mejoran inmediatamente, todo el ecosistema podría sufrir un colapso irreversible.
En un contexto de creciente preocupación mundial por el clima y la biodiversidad, el diálogo entre el gobierno brasileño y los ambientalistas sigue siendo vital. Aunque ciertas políticas en el pasado han reducido la deforestación, el futuro de la Amazonia sigue siendo desafiante a medida que aumentan las demandas del desarrollo económico.
Los científicos advierten que si la deforestación en la Amazonía alcanza entre el 20 y el 25 por ciento, podría provocar el colapso del ecosistema.
En esta situación, ¿podrá Brasil encontrar una manera de equilibrar el desarrollo y la protección del medio ambiente para proteger la misteriosa selva amazónica?