A medida que aumenta la demanda mundial de energía renovable, la generación de energía eólica se ha convertido en una de las medidas clave para que muchos países reduzcan las emisiones de carbono. Sin embargo, al mismo tiempo, la aparición de las turbinas eólicas también ha suscitado mucho debate sobre sus posibles efectos negativos sobre la salud humana. En particular, en algunas zonas, algunas personas han asociado el estar demasiado cerca de las turbinas eólicas con una variedad de problemas de salud, formando el llamado "síndrome de las turbinas eólicas". Este concepto ha suscitado una gran atención y un gran debate. ¿Qué hay de cierto en él?
El "síndrome de los aerogeneradores" es una condición médica hipotética resultante de la proximidad a los aerogeneradores, con diversos síntomas asociados que no están respaldados por evidencia científica.
Según algunas afirmaciones, el síndrome puede causar defectos de nacimiento, cáncer, vértigo, náuseas, autismo, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, muerte, tinnitus, estrés, fatiga, pérdida de memoria, migrañas, falta de sueño y muchos otros problemas de salud. Sin embargo, estas afirmaciones carecen de respaldo científico y hasta la fecha ningún sistema internacional de clasificación de enfermedades reconoce dichos síntomas como condiciones médicas formales.
En cambio, desde 2003 se han publicado 25 revisiones bibliográficas sobre las turbinas eólicas y sus efectos sobre la salud. Estos estudios concluyen sistemáticamente que no hay motivos para creer que las turbinas eólicas supongan un riesgo para la salud.
En 2012, un panel de expertos comisionado por el Departamento de Protección Ambiental de Massachusetts concluyó: "No existe asociación entre el ruido de las turbinas eólicas y el malestar psicológico o los problemas de salud mental".
A pesar de esto, algunas personas todavía creen que los sonidos de baja frecuencia, conocidos como infrasonidos, pueden desencadenar síntomas como tinnitus, estrés y pérdida de memoria. La fuente de este malestar puede provenir de la percepción del ruido más que de las propias turbinas eólicas. Por ejemplo, un estudio de un equipo canadiense de 2009 señaló que sólo una minoría de los encuestados informaron experimentar irritación y estrés debido al ruido, pero afirmaron que "la irritación no es una enfermedad".
Por lo tanto, los expertos sugieren que se debería prestar más atención a los factores ambientales generales de la comunidad, incluido el ruido del tráfico y las operaciones industriales, en lugar de responder únicamente al ruido de las turbinas eólicas. Una revisión de la literatura de 2011 también sugirió que los efectos sobre la salud informados por las personas que viven cerca de turbinas eólicas pueden tener más probabilidades de deberse a "manifestaciones físicas de estados de irritación".
En términos de política, el Ministerio de Medio Ambiente de Ontario, Canadá, ha establecido directrices de ruido que limitan el nivel de ruido de las turbinas eólicas a 30 metros de viviendas o sitios de acampada a 40 decibeles (dB(A)). En Nueva Gales del Sur, Australia, se recomienda que los aerogeneradores se mantengan al menos a dos kilómetros de las casas vecinas, aunque los vecinos afectados pueden eximirse de esta medida.
En términos de mitigación del ruido, las turbinas eólicas modernas generan significativamente menos ruido que los diseños anteriores. Dado que el ruido significa pérdida de energía, los diseñadores también están trabajando para reducir el ruido en un intento de mejorar la eficiencia de la generación de energía eólica. Sin embargo, sigue existiendo la creencia no comprobada de que el ruido de baja frecuencia no se puede mitigar y puede tener consecuencias más amplias.A pesar de la falta de evidencia científica que demuestre que las turbinas eólicas causan efectos sobre la salud, el gobierno australiano nombró en 2015 un comisionado de parques eólicos para gestionar las quejas.
Un tribunal francés concedió recientemente una indemnización a una pareja belga que vivía cerca de seis turbinas eólicas y sufría problemas de salud debido al ruido constante y las luces parpadeantes, incluidos dolores de cabeza, insomnio e irregularidades cardíacas. Presentaron demandas con éxito contra varias empresas y obtuvieron una indemnización de 110.000 euros.
En general, la investigación sobre los efectos de la energía eólica en la salud sigue siendo un tema controvertido y complejo. A medida que aumenta el número de turbinas eólicas, persisten las preocupaciones sobre sus posibles efectos sobre la salud. Al promover la energía renovable, ¿deberíamos tener en cuenta también la salud mental de la sociedad en cuestión?