En el proceso de exploración de los rasgos de la personalidad, la "Teoría de los cinco grandes rasgos de la personalidad" nos proporciona un modelo muy inspirador. En este modelo, la "apertura" es una de las características centrales, lo que ha desencadenado muchas reflexiones y debates. La apertura no es sólo una aspiración, refleja la relación de una persona con la experiencia, ya sea que se enfrente a un nuevo desafío o intente algo desconocido, la forma en que respondemos afecta profundamente nuestra personalidad.
La apertura es una apreciación general por el arte, la emoción, la aventura y las nuevas experiencias de todo tipo.
Las personas con una gran apertura suelen tener una gran curiosidad y creatividad, están abiertas a nuevas ideas y experiencias y están dispuestas a correr riesgos. En la sociedad moderna, esta cualidad puede inspirar innovación y promover el progreso social. Sin embargo, no todo el mundo mantiene esta apertura y muchos optan por conformarse con el status quo, confiando en un estilo de vida estable y predecible y evitando riesgos.
Por el contrario, las personas poco abiertas tienden a ser más prácticas y pueden ser vistas como de mente estrecha o testarudas.
En una sociedad diversa y en constante cambio, el contraste entre quienes asumen riesgos y quienes están contentos con el status quo se vuelve cada vez más sorprendente. Quienes buscan nuevas experiencias, ya sea que elijan viajar, aprender nuevas habilidades o participar en diferentes actividades sociales, no temen los cambios ni los desafíos. Estos atributos son especialmente valorados en las industrias creativas o en los campos tecnológicos que cambian rápidamente, donde dichos entornos requieren flexibilidad para responder a las necesidades cambiantes.
En términos relativos, las personas que eligen estar contentas con el status quo pueden no resistirse a nuevas experiencias. Es posible que estén buscando una sensación de estabilidad y estén satisfechas con su estado de vida actual. Este rasgo no es necesariamente una desventaja, ya que la estabilidad y la previsibilidad a menudo brindan una sensación de seguridad y confianza en determinadas situaciones, como las relaciones y los entornos laborales.
No importa qué orientación elijas, lo importante es encontrar un equilibrio entre ambas.
En un entorno corporativo, los empleados con una gran apertura pueden aportar innovación y flexibilidad, y tener una gran adaptabilidad a los cambios, mientras que los empleados que están contentos con el status quo pueden destacarse en la ejecución y la estabilidad generales. La forma en que los gerentes evalúen y aprovechen estos dos rasgos será fundamental para el éxito a largo plazo del negocio. Además, la apertura también está estrechamente relacionada con la salud mental de un individuo. Los estudios indican que las personas con un alto nivel de apertura tienen más probabilidades de sentirse felices y contentas porque están dispuestas a aceptar nuevos desafíos en la vida y los riesgos que conllevan.
Pero, por otro lado, las personas que buscan demasiado la novedad pueden enfrentar problemas de ansiedad e inquietud. Este rasgo los mantiene en un perpetuo estado de exploración, pero pueden pasar por alto las cosas pequeñas y hermosas de la vida. En este estado contradictorio, nos hace pensar: ¿Es necesario reconsiderar la forma en que afrontamos el espectro de rasgos de la personalidad?
Por lo tanto, nuestra orientación en los rasgos de personalidad no es sólo una cuestión de autocomprensión, sino también un reflejo de cómo interactuamos con el mundo que nos rodea. ¿Estás dispuesto a ser tú quien asuma riesgos o quieres disfrutar de una vida estable? ¿Qué elección cambiará tu futuro?