La médula renal es la parte más interna del riñón y está dividida en múltiples segmentos llamados pirámides renales. La sangre ingresa a los riñones a través de las arterias renales y luego a través de una serie de ramas hasta los glomérulos en los túbulos renales. En el glomérulo, la presión arterial alta hace que los componentes del suero fluyan hacia los túbulos renales. La sangre continúa fluyendo a través de estos túbulos, incluido el túbulo proximal, el asa de Henle, el túbulo distal y, finalmente, sale del riñón a través de los conductos colectores, hacia la pelvis renal y, finalmente, hacia los uréteres.
La médula renal tiene la importante función de mantener el equilibrio de sal y agua en la sangre. Estas estructuras incluyen los vasos rectos (vasos sanguíneos renales), el plexo microvascular medular renal, el asa de Henle y los conductos colectores.
En el proceso tubular renal, la formación de orina depende principalmente de la filtración y la reabsorción. Mediante la acción de filtración del glomérulo, iones como sodio, cloruro, potasio y calcio, así como moléculas pequeñas como la glucosa, se filtran fácilmente, mientras que moléculas más grandes como las proteínas no pasan debido a su gran tamaño. Este proceso de filtración no es sólo una cuestión del tamaño de la sustancia, sino que también está relacionado con el diseño estructural de los riñones.
Aunque la médula renal recibe sólo una pequeña cantidad de flujo sanguíneo renal, su tasa de extracción de oxígeno es tan alta como 80%, lo que la hace extremadamente sensible a los cambios en el flujo sanguíneo.
La médula renal es única porque tiene una alta presión osmótica que facilita la reabsorción de agua, un proceso que resulta del ambiente hiperosmótico creado por la excreción de urea del conducto colector medular interno. Esto significa que el agua se extrae del segmento delgado descendente del asa de Henle y de los conductos colectores, lo que mejora aún más la eficiencia de la formación de orina.
Las pirámides renales son tejidos cónicos de la médula renal. En los seres humanos, la médula renal suele estar compuesta por entre 10 y 18 pirámides renales. La base de cada cono mira hacia la corteza renal, mientras que la punta apunta hacia la pelvis renal. Su aspecto estriado se debe a la disposición paralela de las estructuras tubulares, lo que permite recoger la orina de forma eficiente.
Importancia clínicaLos daños a la médula renal pueden provocar diversos problemas de salud, en particular defectos en los túbulos renales. La necrosis tubular renal es una amenaza para la médula renal causada por algunas nefrotoxinas. La causa más común son los antiinflamatorios no esteroides (AINE), como el ibuprofeno y la aspirina, que pueden dañar la médula renal, especialmente en presencia de deshidratación.
El daño a los túbulos también está asociado con la formación de cálculos renales y puede evaluarse utilizando un sistema de puntuación de clasificación de túbulos que mide factores como la forma, la hendidura y el grado de bloqueo.
La responsabilidad de los riñones de convertir la sangre en orina demuestra el ingenio y la complejidad de los procesos fisiológicos. Entender este proceso no sólo nos hace darnos cuenta de la importancia de la salud de los riñones, sino que también nos hace pensar en cómo podemos proteger eficazmente este órgano, fuente de vida, en el futuro.