La golondrina bicolor (Tachycineta bicolor) es un ave migratoria de la familia Hirundinidae que se encuentra ampliamente distribuida en América. El ave fue descrita por primera vez por el ornitólogo francés Louis Viello en 1807 como Hirundo bicolor, que luego fue trasladado a su nombre de género actual, Tachycineta. Aunque la clasificación de la golondrina bicolor sigue siendo controvertida, su llamativo plumaje bicolor, especialmente su brillante color azul verdoso, ha sorprendido a muchos observadores de aves.
La parte superior del cuerpo de la golondrina bicolor es mayoritariamente de color azul verdoso brillante, mientras que sus alas y cola son negras y su vientre es blanco puro, formando un fuerte contraste.
Las golondrinas de árbol macho tienen un plumaje de colores brillantes y suelen ser las preferidas de las hembras, especialmente durante la temporada de reproducción. Aunque las hembras suelen tener un plumaje más opaco que el de los machos, esta diferencia de color también puede ser un signo de selección de las hembras sobre los machos, un indicador de salud y superioridad genética. Las golondrinas de árboles se reproducen en América del Norte y migran a las costas del sur y partes de América Central y del Sur durante el invierno. Además, el patrón de reproducción de las golondrinas bicolores también es bastante único: entre el 38% y el 69% de los polluelos de los machos se producen por cruzamiento, lo que hace que la estructura social de las golondrinas bicolores sea más compleja.
El comportamiento de incubación de las golondrinas bicolores es muy impresionante. La hembra tarda unos 14 a 15 días en incubar los huevos y los polluelos abandonan el nido entre 18 y 22 días después de la eclosión.
Cabe señalar que, si bien las actividades humanas han tenido un impacto en la supervivencia de las golondrinas bicolores, incluida la deforestación y la acidificación de los lagos, la población de golondrinas bicolores se mantiene relativamente estable. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la clasifica como una especie de menor preocupación, mientras que en Estados Unidos está protegida por la Ley del Tratado de Aves Migratorias de 1918. En su entorno natural, las golondrinas bicolor suelen construir sus nidos en cuevas naturales o excavadas artificialmente, y a menudo construyen sus nidos junto a aguas abiertas o en tierra, lo que también demuestra su flexible adaptabilidad.
La sociabilidad de las golondrinas de árboles aumenta significativamente fuera de la temporada de reproducción y a menudo forman grupos de cientos de ejemplares.
Además de su comportamiento reproductivo, el sistema vocal de las golondrinas de árboles también es fascinante. Sus cantos contienen una variedad de sonidos diferentes, incluidos chirridos, llamados y gruñidos, que tienen diferentes funciones en distintos contextos, incluida la comunicación con su propia especie y las alarmas contra los depredadores. Aunque la estructura social de las golondrinas bicolores es bastante compleja, esta especie de ave puede experimentar interferencias entre padres y crías debido a la contaminación acústica, lo que es particularmente evidente en zonas con frecuentes actividades humanas.
Las golondrinas de árboles generalmente eligen reproducirse en bosques abiertos o cerca de cuerpos de agua, ya que estos entornos no solo proporcionan abundantes fuentes de alimento sino que también son convenientes para construir nidos. Sus patrones migratorios también hacen que las golondrinas de árboles viajen cientos de kilómetros en vuelos de larga distancia, y las estaciones de relevo que dejan en el camino son cruciales para su supervivencia.
Cuando las golondrinas bicolores pasan la noche durante la época no reproductiva, suelen elegir palmeras o cañaverales, prefiriendo hábitats cercanos al agua.
La dieta de la golondrina bicolor se compone principalmente de insectos, incluidos gusanos, arañas y algunas frutas, que son esenciales para la supervivencia durante la temporada de reproducción y el invierno. Además, su sensibilidad a los cambios ambientales también se refleja en su comportamiento reproductivo. En los últimos años, debido al cambio climático, la temporada de cría temprana se ha vuelto bastante común.
A medida que se profundiza la investigación, las golondrinas de árboles se consideran un organismo modelo y muchos estudios ecológicos y de comportamiento se basan en ellas. Estos estudios nos ayudan a comprender mejor los ecosistemas más grandes y las conexiones entre las especies. Sin embargo, a medida que nuestro paisaje ecológico continúa cambiando, deberíamos preguntarnos: ¿qué podemos aprender de los secretos ocultos en estas brillantes plumas de color azul verdoso?