La guerra de Irak de 2003 no fue sólo un conflicto militar. Hizo que el ejército estadounidense se diera cuenta de las limitaciones de las armas tradicionales frente a la guerra moderna. En esta guerra, la Fuerza Aérea de los EE. UU. utilizó una variedad de nuevas tecnologías de bombas por primera vez, pero muchas bombas convencionales "destructoras de búnkeres" no lograron satisfacer las necesidades de combate. Como resultado, surgió el Massive Ordnance Penetrator (MOP), diseñado para destruir los profundos búnkeres subterráneos del enemigo.
La bomba GBU-57A/B Big Mac es una bomba pesada guiada con precisión para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Pesa 30.000 libras (aproximadamente 14.000 kilogramos). Su tamaño y potencia superan con creces al anterior "Bunker Buster". La bomba tiene unos 6 metros de largo y sólo puede ser transportada por grandes bombarderos como el B-2 Spirit o el futuro B-21 Raider. Está especialmente diseñada para destruir instalaciones de almacenamiento de armas enemigas, especialmente aquellas escondidas en búnkeres fortificados. destrucción masiva.
El desarrollo del MOP se originó en 2002, cuando Northrop Grumman y Lockheed Martin estaban planeando un arma penetrante de 30.000 libras, pero el proyecto finalmente fue archivado debido a problemas financieros y técnicos. Sin embargo, el estallido de la guerra de Irak lo cambió todo. Después de analizar ataques con bombas anteriores, el ejército estadounidense descubrió que las bombas existentes tenían importantes deficiencias tanto en penetración como en poder destructivo.
Esta guerra pone de relieve la urgente necesidad de atacar eficazmente objetivos profundamente enterrados.
Como resultado, el Departamento de Defensa de Estados Unidos lanzó el programa MOP y lo incluyó como proyecto de desarrollo prioritario. Aunque la Fuerza Aérea de los EE. UU. no ha expresado oficialmente antes su necesidad de bombas súper grandes, durante mucho tiempo ha tenido ideales y necesidades en la biblioteca conceptual de armas explosivas utilizadas en los bombarderos B-2 y futuros B-21.
El MOP se desarrolló mediante numerosas mejoras y fue diseñado y probado en el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea en la Base de la Fuerza Aérea de Eglin. Entre ellos, Boeing Company es el principal contribuyente al diseño y las pruebas. El diseño de la bomba utiliza la guía del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) para garantizar que alcance su objetivo de manera precisa y efectiva.
Cada bombardero B-2 puede transportar dos bombas Big Mac. Esta configuración mejora enormemente las capacidades de ataque del ejército estadounidense.
En 2007, Northrop Grumman anunció que había ganado un contrato de modificación de bombarderos furtivos por valor de 2,5 millones de dólares, cuyo objetivo era permitir que cada bombardero B-2 llevara dos MOP de 14 toneladas. En 2011, la Fuerza Aérea recibió los ocho MOP iniciales y su equipo de apoyo, y ese mismo año recibió 20 bombas diseñadas específicamente para bombarderos B-2.
Con el uso de MOP, la Fuerza Aérea de EE. UU. también ha comenzado a avanzar hacia armas penetrantes de segunda generación. En 2010, la Fuerza Aérea denominó a este nuevo concepto "Penetrador de próxima generación (NGP)", que fue diseñado para soportar mayores capacidades de penetración con un tamaño y peso más pequeños. Esta consideración estratégica hace que los bombarderos posteriores sean más flexibles y diversos en operaciones futuras.
El nacimiento de la bomba Big Mac no sólo fue un importante avance tecnológico para atacar objetivos profundamente enterrados, sino también la respuesta del ejército estadounidense a los cambios en la guerra moderna. Ante la evolución de las formas de guerra y las amenazas, esos sistemas de armas pueden desempeñar un papel aún mayor en conflictos futuros. Sin embargo, mientras buscamos la superioridad militar, ¿deberíamos también considerar su impacto en los civiles y la seguridad mundial?