Los extraños cambios en fisiología: ¿Qué sucede cuando el cuerpo humano entra en modo de inanición?

El modo hambre es una serie de cambios bioquímicos y fisiológicos adaptativos causados ​​por los animales (incluidos los humanos) cuando los alimentos escasean o se produce una pérdida de peso extrema. Estos cambios están diseñados para reducir el gasto de energía alostática al reducir la tasa metabólica para prolongar la supervivencia y proteger la grasa corporal y la masa muscular. En la respuesta fisiológica humana, cuando se enfrenta al hambre, el cuerpo busca utilizar la grasa almacenada como fuente de energía para preservar los músculos y otros tejidos vitales.

Cuando el cuerpo humano tiene hambre, consume alimentos en los intestinos y glucógeno en el hígado y los músculos durante el primer día, y luego comienza a utilizar grasa y proteínas musculares como fuentes de energía.

Capacidad y composición de la respuesta al hambre

Las estimaciones de la respuesta al hambre (es decir, la adaptación metabólica) muestran que ocho individuos que vivieron en la Biosfera 2 durante dos años perdieron un promedio de alrededor del 15% (rango: 9-24%) de su peso corporal en el duro ambiente. Salieron después del aislamiento para compararlo con un grupo de 152 personas y descubrieron que el gasto energético diario total de estos ocho individuos se redujo en 750 kilojulios (180 kilocalorías). De esto, se perdió un total de 250 kilojulios (60 kcal) de energía debido a la pérdida de peso corporal magro y masa grasa.

Necesidades energéticas del cuerpo humano

Las necesidades energéticas de una persona generalmente se componen de la tasa metabólica basal (TMB) y la termogénesis de la actividad relacionada con el ejercicio (ERAT). Esta energía se puede obtener de fuentes como proteínas, grasas y carbohidratos. Cuando la ingesta de alimentos es insuficiente, el cuerpo utiliza el glucógeno en el hígado para suministrar energía. A medida que se consume el glucógeno, el cuerpo comienza a descomponer la grasa en ésteres y ácidos grasos libres y los transporta al cerebro para producir energía.

Las investigaciones han descubierto que después de que las personas entran en un estado de hambre, se someten a una serie de procesos de adaptación fisiológica, lo que permite a los humanos mantener las funciones fisiológicas necesarias frente al hambre a largo plazo.

Generación de azúcar en sangre y cuerpos cetónicos

Durante las primeras etapas de una inanición sostenida, el cuerpo depende principalmente de los ácidos grasos como fuente de energía. Sin embargo, mientras utiliza la grasa corporal, el cerebro todavía necesita glucosa. Cuando la grasa se descompone en cuerpos cetónicos, el cerebro utiliza estos cuerpos cetónicos como combustible alternativo, lo que reduce la dependencia de la glucosa. Por ejemplo, en el tercer día de ayuno, el cerebro puede destinar alrededor del 30% de su fuente de energía a absorber cuerpos cetónicos, lo que puede proteger eficazmente la glucosa en el cuerpo para mantener las funciones fisiológicas básicas.

Serie temporal hambre

Durante el segundo y tercer día de inanición, los ácidos grasos se convierten en la principal fuente de energía, pero el glucógeno aún es necesario para mantener la función cerebral. Una vez que el cuerpo entra en inanición crónica, los músculos comienzan a degradarse para liberar aminoácidos para que el hígado sintetice nueva glucosa. Este proceso provoca una pérdida de masa muscular, lo que afecta el funcionamiento del cuerpo. Al final, si las reservas de grasa se agotan, el cuerpo sólo puede sobrevivir con proteínas, lo que inevitablemente conducirá a largo plazo a una insuficiencia orgánica y, finalmente, a la muerte del cuerpo humano.

Cuando los nutrientes del cuerpo se agotan por completo, el cuerpo humano se enfrentará al desafío de cómo sobrevivir a partir de los recursos existentes. Esto no es sólo una lucha fisiológica, sino también un instinto de supervivencia.

La respuesta de las bacterias al hambre

No sólo los humanos, sino también las bacterias muestran una gran adaptabilidad en ausencia de nutrientes. Cuando se enfrentan a antibióticos, las bacterias hambrientas pueden desarrollar resistencia, como en las infecciones crónicas, y en esto se ha implicado la formación de biopelículas. En las biopelículas, los nutrientes consumidos por las células circundantes permiten que las células dentro de la biopelícula sobrevivan, lo que promueve aún más la supervivencia y reproducción de las bacterias.

Conclusión

Desde un punto de vista fisiológico, la respuesta del cuerpo humano al hambre está llena de mecanismos reguladores exquisitos. Varias funciones del cuerpo interactúan entre sí a través de múltiples canales para adaptarse al entorno hostil. Frente al hambre, los instintos de supervivencia del cuerpo demuestran una gran resiliencia y adaptabilidad. Cuando volvamos a enfrentar escasez de alimentos, tal vez queramos pensar: ¿La adaptabilidad de este cuerpo nos inspirará y ayudará en otros desafíos de la vida?

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