La Revolución Industrial no sólo cambió la forma de producción, sino que también tuvo un profundo impacto en el medio ambiente y la sociedad. Desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX, con el avance de la industrialización, las ciudades se desarrollaron rápidamente y la población aumentó drásticamente, pero el costo ambiental vino acompañado. Las chimeneas de las fábricas emiten grandes cantidades de gases residuales, los ríos se contaminan y se destruyen los hábitats de las plantas y los animales. La gente está empezando a prestar más atención al entorno vital.
"La salud de una persona se refleja en el entorno en el que vive."
En esa época, mucha gente empezó a darse cuenta de la contaminación ambiental y el daño ecológico causado por la industrialización. Por ejemplo, la Asociación para la Reducción del Hollín, fundada en 1898, fue un grupo formado en respuesta al daño generalizado causado por el hollín en las ciudades industriales de esa época. Estas organizaciones ambientalistas desempeñan un papel clave en la sensibilización pública sobre cuestiones ambientales.
Las ciudades después de la Revolución Industrial, especialmente Londres, experimentaron serios problemas con el aire sucio. Alrededor de 1952, el “Gran Smog” de Londres causó miles de muertes debido a la contaminación del aire, lo que llevó al gobierno a revisar sus políticas ambientales. Esto condujo a la introducción de la Ley de Aire Limpio en 1956, que se convirtió en un importante comienzo del movimiento ambientalista moderno.
"Cuando nos preocupamos por el medio ambiente natural, sólo nos preocupamos por nosotros mismos."
Además de la contaminación del aire, la contaminación del agua también sigue atrayendo la atención de la gente. En aquella época, en las ciudades no existían suficientes instalaciones de tratamiento de aguas residuales y las fábricas vertían sus aguas residuales a voluntad, lo que causaba graves impactos en el medio ambiente. La Ley de Salud Pública de 1899 exigía que todas las fábricas trataran sus aguas residuales e imponía sanciones a quienes violaran las regulaciones.
Además, el concepto de protección del medio ambiente tuvo una nueva interpretación en aquella época. A finales del siglo XIX, el filántropo John Ruskin y otros activistas sociales comenzaron a pedir la protección de la naturaleza y a abogar por el desarrollo equilibrado de las ciudades y la naturaleza. Sus ideas se convirtieron en la base del movimiento ambientalista posterior:
"No sólo somos dueños de la naturaleza, sino también sus guardianes."
A medida que aumentaba la conciencia ambiental, los artistas y académicos de la época también expresaron su amor y pensamientos sobre la naturaleza a través de sus obras. William Wordsworth mencionó con frecuencia su aprecio por la naturaleza en sus poemas y, a través del poder del arte, despertó la atención del público hacia el medio ambiente.
Sin embargo, también hay personas que se oponen a la protección del medio ambiente. Creen que el desarrollo industrial contribuye al progreso humano y ven el movimiento ecologista con pesimismo, considerándolo, en el mejor de los casos, una reacción exagerada. Este tipo de visión surgió en la sociedad de esa época, formando una tendencia de protección ambiental inversa.
Mirando más allá, estas primeras acciones ambientales no se limitaron a las comunidades locales, sino que se extendieron también al nivel internacional. Con la aceleración de la globalización, se han creado gradualmente muchas organizaciones internacionales de protección del medio ambiente que han ganado influencia política. Esto no sólo impulsó la legislación de una serie de proyectos de ley de protección ambiental, sino que también elevó las cuestiones ambientales a la agenda global."El progreso humano no debe realizarse a expensas de la naturaleza".
En el contexto de la Revolución Industrial, la creación de numerosos movimientos sociales y organizaciones de protección del medio ambiente hizo que la gente empezara a prestar atención a la protección de su entorno vital. Sin embargo, la eficacia de la medida y su carácter suficiente han suscitado un amplio debate. Mientras enfrentamos hoy el cambio climático y las crisis ambientales, aún debemos preguntarnos: ¿Podemos aprender de la historia para construir un futuro más sostenible?