En nuestra dieta diaria, los alimentos a base de cereales como la harina son indispensables. Sin embargo, con el avance de la tecnología de procesamiento moderna, el valor nutricional de estos granos ha disminuido, lo que ha desencadenado medidas para fortificar los alimentos, especialmente la harina. ¿Por qué necesitamos añadir vitaminas a la harina? Detrás de este problema se esconde la deficiencia de micronutrientes que padecen miles de millones de personas, lo que no sólo afecta a la salud de los individuos, sino que también tiene un profundo impacto en la productividad general y el desarrollo económico de la sociedad.
Historia y antecedentes de la fortificación de alimentos“La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han confirmado que más de 2.000 millones de personas en todo el mundo padecen deficiencias de diversos micronutrientes”.
El concepto de fortificación de alimentos ha sido utilizado por los gobiernos y los fabricantes de alimentos desde la década de 1920. El propósito original era prevenir las deficiencias de nutrientes causadas por las condiciones locales del suelo o las limitaciones de alimentos básicos. Por ejemplo, las deficiencias de yodo y vitamina A a menudo suponen una amenaza para la salud pública. El problema se ha vuelto más grave con el tiempo y se estima que la desnutrición mata entre 3 y 5 millones de personas cada año en todo el mundo.
La harina pierde muchos nutrientes durante el procesamiento. Para compensar esto, muchos países tienen leyes que exigen que la harina esté fortificada con vitaminas y minerales específicos. Por ejemplo, el Reglamento sobre Alimentos y Medicamentos de Canadá exige que la harina esté fortificada con hierro, ácido fólico, niacina, riboflavina y tiamina. Estos nutrientes son esenciales para el desarrollo y crecimiento del cuerpo, y una deficiencia de ellos puede resultar en retraso en el crecimiento o enfermedades.
"Las vitaminas son componentes importantes del crecimiento y desarrollo del cuerpo, y las deficiencias de ciertas vitaminas pueden provocar graves problemas de salud".
Muchos países alrededor del mundo han implementado programas de fortificación de alimentos obligatorios o voluntarios. Países como Argentina, Colombia y Filipinas tienen requisitos legales claros sobre el contenido nutricional de la harina. Según el Intercambio Mundial de Datos sobre Fortificación (GFDX), un total de 197 países participan actualmente en programas de fortificación de alimentos. Todos estos programas enfatizan la importancia de combatir la desnutrición.
Si bien la fortificación de alimentos se reconoce como un enfoque prometedor para mejorar la desnutrición, aún enfrenta muchos desafíos. En primer lugar, no se puede garantizar la biodisponibilidad de los micronutrientes añadidos; por ejemplo, las vitaminas parcialmente extraídas pueden ser menos efectivas que las vitaminas naturales. Además, la combinación y proporción de nutrientes en diferentes alimentos puede no ser capaz de simular completamente el estado de los alimentos naturales.
“Si bien la fortificación de alimentos es un paso importante para abordar la desnutrición, no es suficiente por sí sola”.
Ante las deficiencias mundiales de micronutrientes, las soluciones futuras requieren no sólo un fortalecimiento continuo del contenido de nutrientes en los alimentos, sino también mejoras en la estructura de la dieta y la promoción de una dieta equilibrada. Sólo promoviendo la cooperación entre gobiernos y empresas y mejorando la concienciación sobre la salud pública se puede reducir eficazmente el impacto de la malnutrición. ¿Es posible lograr políticas agrícolas y alimentarias más integradas que beneficien a todos los ciudadanos y reduzcan la macrocrisis de salud pública?