Bacillus anthracis, un bacilo grampositivo, es responsable de causar el ántrax. Esta enfermedad mortal y contagiosa afecta principalmente al ganado, pero a veces también se transmite a los humanos. Desde su descubrimiento por el médico alemán Robert Koch en 1876, B. anthracis ha supuesto un avance importante en la comprensión humana de los patógenos y se convirtió en la primera evidencia experimental que respalda la teoría patogénica. Además, la presencia de esta bacteria representa un riesgo potencial para la salud pública, particularmente debido a su uso en armas biológicas.
La propagación del ántrax se produce principalmente a través de infecciones animales, lo que hace que la enfermedad sea evidente entre especies (enfermedad zoonótica).
Las bacterias B. anthracis tienen forma de bastón, con una longitud de aproximadamente 3 a 5 micrones y un ancho de aproximadamente 1 a 1,2 micrones. Su estructura genómica es un cromosoma circular de 5.227.419 pares de bases y dos plásmidos de ADN extracromosómicos pXO1 y pXO2. Estos dos plásmidos son clave para la patogenicidad de esta bacteria. Cuando las condiciones ambientales son adecuadas, la bacteria forma una capa protectora de endosporas que le permite resistir condiciones duras y permanecer inactiva durante muchos años antes de adaptarse y reproducirse nuevamente.
Debido a la dureza de las endosporas, B. anthracis es una de las opciones más populares como arma biológica.
La bacteria tiene la capacidad de evadir las respuestas inmunitarias y su vaina proteica (poli-D-gamma-glutamato) es una de sus armas clave. B. anthracis se alimenta de la matriz sanguínea de hemoglobina a través de dos proteínas transportadoras de ferritina secretadas, lo que le permite sobrevivir y reproducirse en el huésped. Además, la infección por B. anthracis no tratada suele ser mortal y los indicadores de infección incluyen el desarrollo de lesiones necróticas negras inflamadas (costra de carbón).
Hay cuatro formas principales de ántrax que infectan a los humanos, y cada forma tarda entre un día y dos meses en desarrollarse. El tipo cutáneo es el más común y representa alrededor del 95%. Esta forma de infección suele aparecer de 1 a 7 días después de la exposición, y aparecen lesiones en zonas como la cara, el cuello y las extremidades. La infección por inhalación, aunque rara pero extremadamente mortal, suele desarrollarse en el plazo de una semana y va acompañada de síntomas similares a los de la gripe.
Los síntomas varían según la forma de infección y todos los tipos de ántrax tienen el potencial de propagarse sin tratamiento y causar enfermedades graves o incluso la muerte.
En 1881, el químico francés Louis Pasteur desarrolló la primera vacuna animal contra el ántrax. En la actualidad se han desarrollado diferentes vacunas humanas y animales. Aunque los casos de infección por B. anthracis requieren un tratamiento temprano, existen muchos antibióticos que son eficaces contra esta bacteria, como las penicilinas, las fluoroquinolonas y las tetraciclinas.
Entonces, con el avance de la ciencia, ¿son todavía suficientes las armas humanas contra esta bacteria mortal para hacer frente a posibles amenazas epidémicas futuras?