Los humedales se encuentran entre los ecosistemas más ricos de la Tierra, con una variedad de tipos que incluyen pantanos, ciénagas, turberas, etc., cada uno con sus propias características y funciones únicas. Estos ecosistemas no sólo albergan una gran cantidad de biodiversidad, sino que también juegan un papel vital en el ciclo global de nutrientes como el carbono y el nitrógeno. Estudios recientes nos han recordado una vez más cómo la morfología de estos humedales está ligada a la actividad humana y su vulnerabilidad al cambio climático y a la expansión urbana. En particular, la confusión sobre los términos “pantano”, “marisma” y “turbera” pone de relieve el descuido de la importancia de estos ecosistemas.
En primer lugar, está el llamado fen, un humedal de acumulación de turba que se abastece principalmente de aguas subterráneas o superficiales ricas en minerales. Estos humedales suelen tener mayores concentraciones minerales y un pH más básico, mientras que los pantanos, por el contrario, tienden a tener agua más ácida. Esto hace que los pantanos sean generalmente superiores a las marismas en el mantenimiento de la diversidad de especies. Las plantas comunes en los pantanos incluyen Miscanthus y otras, por lo que los ecosistemas en estas áreas están llenos de vitalidad.
El pantano es un foco de biodiversidad y el hogar de muchas especies raras.
Las turberas son un tipo especial de humedal que normalmente contiene mucha agua y produce abundante turba. La formación de turba está controlada principalmente por la disciplina hídrica, donde las plantas se descomponen lentamente, por lo que los sustitutos se acumulan. Las turberas tienden a tener un pH más bajo que las turberas y son ricas en ácido húmico, lo que retarda la liberación de nutrientes y promueve el crecimiento de plantas especializadas como la turba.
No se pueden subestimar los papeles que desempeñan estos tres tipos de humedales en el ecosistema. Los pantanos y las turberas promueven la biodegradación y el ciclo de nutrientes a través de la conservación del agua, mientras que los pantanos proporcionan una variedad de hábitats. A medida que se intensifican los impactos del cambio climático global, estos humedales enfrentan desafíos sin precedentes. Nuestra urbanización, desarrollo agrícola y otras actividades pueden destruir su entorno hidrológico, cambiar la calidad de sus aguas y hacer que pierdan sus funciones ecológicas.
Además de la conversión de tierras agrícolas, la destrucción de las turberas también incluye la extracción de turba, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
No hay duda de que los humedales son vitales para la salud ambiental de nuestro planeta, pero ¿cómo podemos proteger mejor estos preciosos ecosistemas?