La terapia de electroshock, o terapia de electroshock (TEC), es un método único en psicología clínica que se utiliza para tratar algunos trastornos psiquiátricos resistentes a los medicamentos. Esta tecnología ha recibido una amplia atención desde principios del siglo XX y ha experimentado importantes desarrollos y cambios. Desde los primeros experimentos hasta los tratamientos eficaces actuales, la historia de la terapia de electroshock está enredada en la innovación médica y la controversia social, y continúa generando diversas discusiones científicas, éticas y legales.
Ya en el siglo XVI, los médicos comenzaron a utilizar el método de inducir ataques epilépticos para tratar enfermedades mentales. En 1785, el tratamiento para inducir la epilepsia se registró en el London Journal of Medicine and Surgery. Para el uso terapéutico de la electricidad, algunos estudiosos de la historia se remontan a 1744.
“El rápido desarrollo de la terapia de estimulación eléctrica en el siglo XIX la convirtió en una parte importante de la neurociencia”.
En 1934, el neuropsiquiatra húngaro Ladislas J. Meduna introdujo por primera vez las convulsiones forzadas como tratamiento; creía que la esquizofrenia y la epilepsia eran enfermedades mutuamente excluyentes. Entonces usó drogas para inducir convulsiones. En 1938, el neuropsiquiatra italiano Ugo Cerletti aplicó por primera vez la terapia de electroshock a humanos, a lo que siguieron numerosos informes y aplicaciones de efectos terapéuticos.
La terapia de electrochoque se utilizó y promovió ampliamente después de la Segunda Guerra Mundial. En las décadas de 1940 y 1950, la terapia se utilizó en los principales hospitales y se convirtió en uno de los tratamientos eficaces para la depresión grave. Sin embargo, a medida que las opiniones de la sociedad sobre la terapia de electroshock cambiaron gradualmente y los medios de comunicación la describieron como un tratamiento inhumano, la terapia alguna vez quedó marginada.
“Para muchos pacientes con enfermedades mentales, la terapia de electroshock es sin duda su rayo de esperanza.”
Hoy en día, la terapia de electroshock todavía se usa ampliamente para tratar la depresión mayor, el trastorno bipolar, la psicosis resistente a los medicamentos y una variedad de otras afecciones de salud mental. La aceptación de la terapia de electroshock por parte de la comunidad médica está aumentando, especialmente después de una cuidadosa consideración de los riesgos y beneficios para los pacientes.
Aunque muchos pacientes experimentan deterioro cognitivo a corto plazo o pérdida de memoria después de un tratamiento, estos efectos secundarios generalmente se resuelven a las pocas semanas de tratamiento. En particular, los estudios de los últimos años han demostrado que los efectos secundarios se pueden controlar eficazmente cuando el régimen se administra de acuerdo con las directrices modernas.
La actitud de la sociedad contemporánea hacia la terapia de electrochoque se está calentando gradualmente. Muchos seguros médicos han comenzado a cubrir los costos relacionados con esta terapia y cada vez más instituciones médicas ofrecen este servicio. Estos cambios reflejan avances en la efectividad y la tecnología de la terapia de electroshock, lo que brinda a más pacientes una esperanza renovada cuando enfrentan desafíos de salud mental.
La historia de la terapia de electroshock es el epítome del progreso médico y un tortuoso viaje de la humanidad frente a los desafíos de las enfermedades mentales. La sociedad continúa luchando sobre cómo se ve la terapia de electroshock y bajo qué circunstancias se debe administrar. ¿Puede la terapia de electroshock convertirse en una "buena medicina" en la mente del público o se está repitiendo la historia? ¿En qué aspectos cree que se debe considerar y reflexionar cuidadosamente?