En nuestros pulmones hay unas estructuras microscópicas increíbles llamadas alvéolos. Estas pequeñas cavidades, como sacos de aire en miniatura, desempeñan el papel más importante de todo el proceso respiratorio: el intercambio de gases. ¿Quién habría pensado que son estos miles de millones de alvéolos los que nos permiten sobrevivir y mantener el equilibrio de oxígeno y dióxido de carbono necesario para la vida?
Un adulto sano tiene alrededor de 4,8 millones de alvéolos, con una superficie total de 70 a 80 metros cuadrados, equivalente al tamaño de una cancha de tenis.
Los alvéolos son los principales componentes del tejido funcional de los pulmones de los mamíferos y representan el 90% del volumen de los pulmones. Aparecen primero en los bronquiolos respiratorios y continúan aumentando a medida que los bronquios se extienden, formando las pequeñas unidades básicas de los pulmones: los lobulillos pulmonares. En los pulmones, el intercambio de gases ocurre principalmente en la delgada membrana entre los alvéolos y los capilares pulmonares, que tiene solo entre 0,2 y 0,6 micrones de espesor, lo que permite que el oxígeno pase fácilmente a la sangre y que el dióxido de carbono sea expulsado por la exhalación.
La estructura microscópica de la pared alveolar consiste en una sola capa de células epiteliales planas, llamadas neumocitos tipo I, que cubren la mayor parte de la superficie interna de los alvéolos. Las celdas se caracterizan por un espesor moderado, proporcionando una barrera mínima a la difusión de gases. Además de este grupo de células, los neumocitos tipo II son los encargados de secretar surfactante pulmonar, un lípido que ayuda a reducir la tensión superficial alveolar. La falta de surfactante pulmonar puede provocar el colapso de los alvéolos, perjudicando el intercambio eficiente de gases.
El proceso de intercambio gaseoso intermitente depende de la integridad de la estructura alveolar y del funcionamiento saludable de los capilares que la rodean.
Suena tan simple, sin embargo, la salud de los alvéolos se ve amenazada por muchos factores. Una nueva investigación muestra que las células de tipo II en los alvéolos son bastante sensibles a la infección por el nuevo coronavirus, lo que afecta directamente al desarrollo de la enfermedad pulmonar y puede empeorar la condición. En casos graves de infección, la estructura de los alvéolos puede dañarse y causar inflamación, dando lugar a enfermedades como el síndrome de dificultad respiratoria aguda, que daña gravemente la función respiratoria.
¿Cómo se logra el intercambio de gases durante la respiración normal? Cuando inhalamos, el oxígeno fresco entra en los alvéolos y se expulsa el dióxido de carbono previamente acumulado. Durante este proceso, la diferencia en las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono entre los alvéolos y los capilares permite que los gases se difundan libremente a través de la membrana celular. Es por esto que la estructura dentro de los alvéolos requiere ser extremadamente delicada.La estructura de los alvéolos no es estática. Durante el desarrollo fetal, la formación de alvéolos pasa por múltiples etapas en respuesta al inicio de la vida.
El feto comienza a desarrollar alvéolos preliminares alrededor de la semana 36 de gestación, y estos alvéolos continúan dividiéndose y aumentando con el tiempo. La mayor parte de la formación alveolar ocurre durante los primeros años de vida y, a los 8 años, el desarrollo alveolar está prácticamente completo. Esta sofisticada estructura biológica no sólo depende de la herencia genética, sino que también se ve afectada por el entorno externo. Por ejemplo, fumar durante mucho tiempo puede causar daños irreversibles a los alvéolos, lo que lleva a una disminución en la función de intercambio de gases.
Además de su estructura, la función de los alvéolos también está estrechamente relacionada con el funcionamiento normal del sistema inmunológico. Los macrófagos alveolares atacan y actúan como "carroñeros" para eliminar la materia extraña y los microorganismos inhalados, protegiendo aún más el tracto respiratorio contra infecciones. Cuando se enfrentan a amenazas virales y bacterianas, estas células responden rápidamente, liberando citocinas para reclutar otras células inmunes para que se unan a la lucha.
Cuando el líquido secretado por los pulmones no puede eliminarse de forma eficaz, puede provocar enfermedades inflamatorias como la neumonía, afectando aún más la función de los alvéolos.
La salud de nuestros alvéolos está estrechamente ligada a nuestra salud general, y estas estructuras microscópicas se enfrentan constantemente a desafíos, ya sea debido a infecciones virales o a la contaminación ambiental. Cómo mantener la salud de los alvéolos, promover un intercambio gaseoso eficaz y, de esta manera, sostener una vida en constante cambio es, sin duda, un tema que la medicina moderna necesita resolver con urgencia. Pero con todo esto en mente, ¿cómo podemos proteger mejor nuestros pulmones y lograr una respiración más saludable?