El ciclo del carbono en el océano es un proceso complejo y mágico que implica la interacción del carbono entre múltiples depósitos y el intercambio de carbono entre la atmósfera, el interior de la Tierra y el fondo marino. Este ciclo no sólo promueve el ciclo global del carbono, sino que también garantiza la disponibilidad de carbono a escala global. El ciclo del carbono oceánico es un proceso central del ciclo global del carbono e incluye dos tipos de carbono inorgánico (como el dióxido de carbono) y carbono orgánico (como el carbono de los organismos vivos). A través de estos procesos, el océano puede atraer dióxido de carbono atmosférico hacia su interior y transportarlo a lo largo de varias regiones oceánicas.
El océano almacena alrededor del 95% del carbono reactivo del mundo, pero sólo una pequeña cantidad se almacena en organismos orgánicos.
Los tres procesos principales del ciclo del carbono oceánico se denominan "bombas". Estas bombas incluyen bombas de solución, bombas de carbonato y bombas biológicas. Las bombas de disolución transfieren carbono de la atmósfera al océano mediante la disolución del dióxido de carbono. La bomba de carbonato involucra carbonato de calcio producido por organismos marinos, y las bombas biológicas desempeñan un papel importante en la fotosíntesis y la respiración de los organismos marinos. Estos procesos conectan el carbono orgánico y el carbono inorgánico en el océano, mostrando la interdependencia y la relación de conversión entre los dos.
En el agua de mar a diferentes profundidades, el contenido de carbono inorgánico disuelto aumenta a medida que se sedimentan las partículas de carbono orgánico. La forma en que las plantas y algas marinas (es decir, los productores primarios) absorben y liberan carbono cada año tiene un impacto irremplazable en el ciclo global del carbono. Aunque la cantidad de carbono almacenado en los organismos marinos es minúscula en relación con las plantas terrestres, el intercambio de carbono (es decir, el flujo de carbono) entre los dos es casi igual, lo que demuestra la importancia crítica del océano en el ciclo global del carbono.
Los científicos señalan que el océano desempeña un papel importante a la hora de mitigar la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, pero al hacerlo también contribuye a la acidificación de los océanos.
Sin embargo, no se puede ignorar el impacto de las actividades humanas en el ciclo del carbono oceánico. Antes de la revolución industrial, el océano era una fuente neta de dióxido de carbono liberado a la atmósfera, pero ahora se ha convertido en un sumidero neto de dióxido de carbono. El océano absorbe aproximadamente una cuarta parte del dióxido de carbono producido por el hombre cada año, lo que frena hasta cierto punto el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera, según nuevos datos. Pero a medida que aumenta este proceso de absorción, también aumenta la acidez del océano, lo que representa una amenaza potencial para los ecosistemas marinos.
En este contexto, necesitamos comprender cómo la interacción del carbono orgánico e inorgánico afecta el medio marino. El carbono inorgánico en el océano existe principalmente en forma de ácido carbónico, bicarbonato y dióxido de carbono, mientras que el carbono orgánico lo forman los organismos mediante la fotosíntesis y otros procesos biológicos. Este carbono orgánico puede ser descompuesto por microorganismos para liberar bicarbonato o formar partículas de carbono orgánico en sedimentos marinos poco profundos. Esta serie de procesos muestra que el ciclo del carbono del océano no está aislado, sino que está estrechamente relacionado con otros ciclos biogeoquímicos.
El carbono orgánico del océano es producido por el plancton, que es una parte integral de la cadena alimentaria.
La bomba biológica es impulsada principalmente por la fotosíntesis de diminutos fitoplancton en la superficie del mar. Estos organismos pueden absorber grandes cantidades de dióxido de carbono y convertirlo en carbono orgánico. A medida que este plancton muere, sus restos se hunden en las profundidades del océano y pasan a formar parte de los sedimentos del fondo marino. A través de este proceso, el océano proporciona una vía para el almacenamiento a largo plazo de carbono estable, un proceso biogeoquímico clave cuyo papel en la lucha contra el calentamiento global no puede ignorarse.
Desde la perspectiva del cambio climático, la importancia de dicho proceso de conversión de carbono es aún más destacada. A medida que aumentan las temperaturas globales, también lo hacen las temperaturas de los océanos, lo que cambiará la solubilidad del agua de mar, afectando el almacenamiento y las interacciones del carbono. Todo esto está remodelando los ecosistemas marinos y nos está impulsando a repensar el impacto de las actividades humanas en el océano y cómo debemos responder a este desafío.
Ante el doble desafío del cambio climático y la acidificación de los océanos, cómo gestionar eficazmente el ciclo del carbono oceánico se convertirá en una prueba importante para el desarrollo sostenible global.
En resumen, el milagro de la conversión de carbono en el océano no sólo refleja la interacción entre el carbono orgánico y el carbono inorgánico, sino que también refleja el impacto de las actividades humanas en los ciclos naturales. Estas interacciones determinan, en parte, nuestro futuro, lo que nos lleva a pensar profundamente sobre cómo podemos proteger y optimizar la función de este ecosistema crítico para hacer frente a la crisis climática que se avecina.