Mientras el mundo enfrenta el desafío del cambio climático, los países están promoviendo activamente la transición a una economía baja en carbono (LCE). Un modelo económico de este tipo tiene como objetivo equilibrar las emisiones y la absorción de gases de efecto invernadero para garantizar el desarrollo sostenible y reducir el impacto del cambio climático. Con el avance de la ciencia y la tecnología y los cambios en las políticas, muchos países han logrado logros notables en la formulación y práctica de la energía renovable.
La economía baja en carbono se define como aquellas actividades económicas que proporcionan bienes y servicios pero que pueden reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, incluido el dióxido de carbono.
La economía baja en carbono no es sólo una necesidad para la protección del medio ambiente, sino también una de las estrategias para el desarrollo sostenible de varios países en el futuro. Desde mediados del siglo XX, las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por actividades humanas se han convertido en la causa dominante del cambio climático observado, lo que hace que la necesidad de que los países adopten modelos bajos en carbono sea particularmente urgente. Según las investigaciones, la emisión continua de gases de efecto invernadero conducirá a un cambio climático global a largo plazo y puede tener impactos profundos e irreversibles en los seres humanos y los ecosistemas.
Muchos países se han comprometido a incorporar la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en sus estrategias nacionales de respuesta al cambio climático. Su objetivo es lograr la neutralidad de carbono, lo que significa que se deben controlar las emisiones de la producción y el consumo y lograr una balanza de pagos a través de diversas medidas. Lograr esto requiere una estrategia integral que abarque sectores que van desde la energía hasta el transporte y la agricultura.
El proceso de transformación de una economía con altas emisiones de carbono en una economía con bajas emisiones de carbono requiere atención a la equidad, lo que se denomina transición justa.
Entre los acuerdos internacionales, la firma del Protocolo de Kioto se considera un paso importante hacia una economía baja en carbono. Muchos países industrializados se comprometieron a reducir sus emisiones de carbono en el acuerdo. Entre los países de la OCDE, algunos países han mostrado buenos ejemplos, como el sector energético de Suiza, la industria del Reino Unido, el transporte de los Países Bajos, la agricultura de Corea del Sur y el sector de la construcción de Suecia, todos los cuales han servido de referencia para otros países.
La transición a una economía baja en carbono tiene múltiples beneficios, el más importante de los cuales es que puede hacer una contribución positiva a la mitigación del cambio climático. Además, una economía baja en carbono puede mejorar la resiliencia de los ecosistemas, promover el comercio y el empleo, mejorar la seguridad energética y mejorar la competitividad industrial. Sin embargo, este proceso podría poner en riesgo empleos en algunas industrias intensivas en carbono, especialmente en regiones que dependen de fuentes de energía tradicionales.
Según el informe de la Asociación Global de Estrategias de Desarrollo de Bajas Emisiones (LEDS GP), a menudo existe un argumento comercial claro para pasar a tecnologías de bajas emisiones, con períodos de recuperación que oscilan entre 0,5 y 5 años.
A partir de 2021, la energía nuclear se está expandiendo de maneras que ofrecen un apoyo mixto para alcanzar una economía baja en carbono. Muchas instituciones creen que el desarrollo de la energía nuclear es indispensable para lograr la descarbonización. La Agencia Internacional de Energía (AIE) dice que para mitigar los impactos negativos del cambio climático, se debe completar una descarbonización generalizada para 2040, y la energía nuclear debe desempeñar un papel.
A medida que los países promueven gradualmente el desarrollo de energías renovables, muchos países enfrentan cambios en su estructura de poder debido a cambios geopolíticos. Según el índice GeGaLo, si el mundo hace una transición total hacia la energía renovable, muchos exportadores tradicionales de combustibles fósiles perderán energía, mientras que se espera que aquellos ricos en energía renovable fortalezcan su posición.
La transformación hacia una economía baja en carbono no es sólo una opción respetuosa con el medio ambiente para los países de todo el mundo, sino también la única forma de lograr un desarrollo sostenible. Frente a la crisis climática y los desafíos ambientales, ¿pueden los países hacer pleno uso de la energía renovable y avanzar hacia un futuro verdaderamente bajo en carbono?