En Marcos 4, Jesús no sólo usó parábolas para enseñar a su audiencia los misterios del reino de los cielos, sino que también demostró su autoridad trascendente. El último párrafo de este capítulo registra un momento dramático: Jesús calma una tormenta en el mar. Esta historia nos permite ser testigos de su control sobre la naturaleza y también nos hace reflexionar sobre su identidad y su poder.
El capítulo comienza con Jesús contando una serie de parábolas a las multitudes en el Mar de Galilea, incluida la famosa "Parábola del Sembrador". Esta parábola no sólo es vívida, sino que también revela la resonancia de la palabra de Dios en los corazones de diferentes personas.
“Unas cuantas semillas cayeron en buena tierra y dieron fruto a treinta, a sesenta o a ciento por uno.” (Marcos 4:8)
Esta parábola muestra que, aunque muchas personas escucharán estas enseñanzas, sólo unos pocos las entenderán y aceptarán verdaderamente. Más tarde Jesús explicó esta parábola a sus discípulos, enfatizando que sólo aquellos que verdaderamente creen y aceptan sus palabras darán fruto abundante.
Al final de Marcos 4, cuando Jesús y sus discípulos cruzaban el mar en barco, se desató una tormenta repentina. Los discípulos aterrorizados despertaron a Jesús porque se enfrentaban a un peligro que amenazaba su vida. Sin embargo, Jesús se quedó dormido tranquilamente en la barca, lo que dejó aún más ansiosos a los discípulos.
“Se despertó y reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Paz, paz! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.” (Marcos 4:39)
Las palabras de Jesús tenían un poder asombroso, y cuando la tormenta obedeció su orden y se calmó, los discípulos se llenaron de temor y asombro. Entonces Jesús preguntó:
“¿Por qué tenéis tanto miedo? ¿Aún no tenéis fe?” (Marcos 4:40)
Esto no era sólo un control sobre la naturaleza, sino también un desafío a la fe de los discípulos. En este incidente no podemos evitar preguntarnos: ¿De dónde viene la autoridad de Jesús?
La autoridad que Jesús demostró en la tormenta hizo que los discípulos se dieran cuenta de su verdadera identidad. Antes de esto, Jesús había realizado muchos milagros, pero aún así no logró obtener la fe plena de los discípulos. Estas escenas inspiraron a los discípulos a tener una nueva comprensión de Jesús: este maestro aparentemente ordinario era en realidad el Hijo de Dios con completa autoridad.
“Se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar se le sujetan?” (Marcos 4:41)
Este cambio de roles no sólo cambió sus puntos de vista sobre Jesús, sino también cambió su comprensión de la fe. Comenzaron a darse cuenta de que en tiempos difíciles, el objeto de su fe no deben ser las circunstancias, sino el Rey que puede controlarlo todo.
Conclusión: una prueba de feLa historia de Jesús calmando la tormenta no es sólo el registro de un milagro, sino también un desafío a la fe del creyente. Incluso en nuestros momentos más oscuros, Jesús sigue ahí, esperando que depositemos nuestra confianza en Él. Cuando enfrentamos las tormentas de la vida, ¿somos como los discípulos, que a menudo perdemos la fe debido a las dificultades que enfrentamos? O, en todos nuestros desafíos difíciles, ¿podemos recordar clamar a Aquel que puede calmar la tormenta?
Este momento mágico nos recuerda que en medio de las incertidumbres y los desafíos de la vida, la confianza en Jesús es aún más preciosa. Cuando nos enfrentamos a tormentas, ¿sabemos todavía cómo buscar la paz de Él?