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El misterioso proceso de producción del habla: ¿sabes cómo convertimos los pensamientos en habla?
La producción del habla es el proceso de convertir los pensamientos en sonidos del habla, un proceso que incluye la selección de palabras, la organización de formas gramaticales relevantes y el uso posterior del tracto vocal a través del sistema motor para producir sonidos. La producción del habla puede ser espontánea, como las palabras creadas por una persona mientras mantiene una conversación; reactiva, como nombrar una imagen o leer un texto escrito; o imitativa, como repetir el habla. En una conversación fluida cotidiana, las personas pueden producir alrededor de cuatro sílabas, de diez a doce fonemas y de dos a tres palabras por segundo a partir de su vocabulario, aunque el vocabulario total puede ser de cien mil a más de cien mil. Sorprendentemente, la tasa de errores en la producción del habla fue relativamente baja: los errores ocurrieron con una frecuencia de aproximadamente uno en 900 palabras en el habla espontánea.
Detrás del habla hay un proceso psicológico complejo que implica una comprensión profunda del pensamiento y la organización del lenguaje correspondiente.
En el proceso de generación del habla, generalmente se requiere el flujo de aire a través de los pulmones para proporcionar presión, y el sonido se produce a través de la vocalización de la glotis, que luego forma diferentes vocales y consonantes a través de cambios en el tracto vocal. Sin embargo, la producción del habla no siempre depende de los pulmones y la glotis; por ejemplo, en el caso del habla alaríngea, la fonación puede ocurrir a través de la parte superior del tracto vocal. Los sonidos guturales como el del Pato Donald son ejemplos de este tipo de discurso.
La producción del habla puede asociarse con la producción de gestos que mejoran la inteligibilidad de los enunciados hablados. El desarrollo del habla a lo largo de la vida de una persona comienza con el primer balbuceo del bebé y se convierte en lenguaje maduro a la edad de cinco años. La etapa temprana del habla generalmente comienza alrededor del año de edad y se llama fase holofrástica. Entre el año y medio y los dos años y medio, los bebés pueden producir oraciones cortas, una etapa conocida como fase telegráfica. Después de los dos años y medio, el sistema de lenguaje del bebé se desarrolla gradualmente y con el tiempo puede producir un lenguaje como el de los adultos.
El proceso de producción del habla se puede dividir en tres etapas principales: conceptualización, formación y articulación.
Durante la etapa de conceptualización, la intención del hablante vincula el concepto deseado con el sonido de habla específico que se va a pronunciar. Aquí se forma información de intención predictiva para especificar el concepto que debe expresarse. A continuación viene la etapa formativa, durante la cual se crean las formas lingüísticas necesarias, incluida la codificación gramatical, la codificación morfofonémica y la codificación fonética. Finalmente, la etapa de articulación la realizan los órganos articulatorios como los pulmones, la glotis, la laringe, la lengua, los labios y la mandíbula, que finalmente producen el habla.
En neurociencia, la producción del habla con la mano derecha depende principalmente de áreas del hemisferio cerebral izquierdo, incluidas las áreas motoras suplementarias bilaterales, el giro frontal posteroinferior izquierdo, el área insular izquierda, la corteza motora primaria izquierda y el lóbulo temporal. . El cerebelo también participa en la organización rápida, suave y rítmica de las sílabas del habla.
Trastornos de la producción del habla
El proceso de producción del habla puede verse afectado por una variedad de trastornos, que pueden manifestarse como diversos desafíos en el proceso del habla. En el proceso, los investigadores han descubierto que el estudio de los errores del habla no sólo nos ayuda a entender los mecanismos de producción del habla, sino que también revela la cognición de las reglas que reflejan los errores del habla. Incluso en nuestros errores, el habla suele seguir siendo gramaticalmente correcta.
Evolución de los modelos de producción del habla
Con el estudio en profundidad de la producción del habla, los académicos han propuesto una variedad de modelos de producción del habla para tratar de explicar este complejo proceso. Los elementos centrales de estos modelos incluyen: identificación de conceptos, selección del marco gramatical, recuperación léxica, conversión fonémica y preparación de instrucciones de pronunciación.
En la historia de la producción del habla, las primeras investigaciones se centraron en la comprensión del habla. No fue hasta finales de la década de 1960 que el estudio de los errores del habla promovió el establecimiento de modelos de producción del habla.
Por ejemplo, el modelo generativo de pronunciación de Fromkin de 1971, que consta de seis etapas, intenta explicar los resultados de la investigación de errores del habla. Posteriormente, el modelo de Garrett publicado en 1975 mejoró aún más el modelo antiguo y lo reconstruyó basándose en datos de errores de habla. Tanto el modelo de Fromkin como el de Garrett tienen como objetivo comprender mejor diversos aspectos de la producción del habla.
Además, el modelo de red léxica propuesto por Dell en 1994 proporciona una base para la producción del habla, ayudando a las personas a comprender el proceso de selección de palabras y su organización en el habla. El modelo de Levelt refinó aún más el concepto de red léxica en 1999 y reveló cómo las personas utilizan información gramatical y semántica relevante al elegir el lenguaje apropiado.
El proceso de desarrollo de la producción del habla también es importante. Los bebés comienzan a imitar expresiones faciales y a tratar de coordinar sonidos a los siete meses de edad, un proceso que sienta las bases para el desarrollo posterior del lenguaje. A través de la estimulación del lenguaje y la lectura, el vocabulario de los bebés y los niños pequeños aumenta significativamente. Los estudios han demostrado que los niños que carecen de estímulos lingüísticos pueden tener un vocabulario de hasta 32 millones de palabras menos que los niños a los que se les lee con regularidad.
Entonces, ¿alguna vez has pensado en qué factores del proceso de producción del habla tienen el mayor impacto en nuestra eficacia comunicativa?
