Después del trasplante de órganos, los pacientes a menudo necesitan recibir tratamiento inmunosupresor para evitar el rechazo, pero esto los pone en mayor riesgo de sufrir una enfermedad llamada "enfermedad linfoproliferativa postrasplante" (PTLD). Esta enfermedad es causada principalmente por la proliferación descontrolada de células B causada por el virus de Epstein-Barr. Sus síntomas y manifestaciones son diversos, aparentemente comunes pero extremadamente amenazantes.
Los síntomas del PTLD pueden ser inespecíficos y similares a muchos otros trastornos, como fiebre, pérdida de peso, sudores nocturnos y fatiga. Estos síntomas a veces se parecen a la mononucleosis infecciosa causada por el virus de Epstein-Barr. El malestar de los pacientes causado por tumores o ganglios linfáticos agrandados a veces empeora y afecta su calidad de vida.
El diagnóstico real generalmente requiere una biopsia del tejido afectado para determinar si hay una neoplasia linfoproliferativa.
Las pruebas de imagen, como las tomografías computarizadas, pueden mostrar ganglios linfáticos agrandados o masas locales, y las tomografías por emisión de positrones pueden ayudar a evaluar la actividad metabólica y guiar la ubicación de la biopsia. Los síntomas neurológicos, como confusión o debilidad parcial, pueden requerir además una resonancia magnética del cerebro para determinar si hay infección por EBV.
La causa fundamental del PTLD es la proliferación descontrolada de células B causada por el virus de Epstein-Barr. La terapia inmunosupresora, especialmente en pacientes que usan inhibidores de la calcineurina (como tacrolimus y ciclosporina), no puede controlar eficazmente la infección por EBV debido a la supresión de la función de las células T. Por lo tanto, estas células B pueden mutar aún más y convertirse en un linfoma maligno.
En algunos casos, estas células malignas se convierten en las células proliferativas primarias, lo que lleva a la formación de linfoma.
Cuanto mayor sea el grado de inmunosupresión, mayor será el riesgo de PTLD, especialmente en el año anterior al trasplante, cuando se producirá aproximadamente el 80 % de los casos de PTLD.
Para el tratamiento del PTLD, reducir o suspender el uso de inmunosupresores puede provocar una regresión espontánea de la enfermedad. También se puede aliviar añadiendo un tratamiento antiviral. Algunos pacientes pueden progresar a un linfoma no Hodgkin, en cuyo caso la enfermedad puede llegar a ser mortal.
Un estudio de fase II demuestra que la administración de células T específicas del virus de Epstein-Barr puede combatir el PTLD con alta eficiencia y baja toxicidad.
El PTLD es uno de los tumores malignos más comunes después del trasplante de órganos sólidos. Los trasplantes de pulmón y corazón requieren dosis relativamente altas de inmunosupresores, por lo que la incidencia de PTLD es más significativa en estos pacientes. Además, los estudios han demostrado que el trasplante de médula ósea con HLA no compatible aumenta el riesgo de PTLD. En pacientes que no han sido infectados con el virus de Epstein-Barr y reciben un trasplante de órgano de un donante positivo para el virus de Epstein-Barr, el riesgo de desarrollar PTLD puede aumentar hasta 24 veces.
En general, las complejas interacciones entre el EBV y el sistema inmunológico revelan su impacto en la salud del paciente, especialmente en estados inmunológicos vulnerables. En el futuro, los científicos necesitarán profundizar en el comportamiento del VEB para prevenir y tratar mejor estas enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico. ¿Podemos utilizar tecnología y conocimiento en constante crecimiento para encontrar soluciones más efectivas para combatir estos problemas causados por el virus Epstein-Barr?