"Las condiciones ambientales permiten que ciertas plantas y animales prosperen dentro de los límites del hábitat".
Entre los diferentes tipos de efectos de borde, podemos ver el impacto de los límites naturales y la intervención humana. Por ejemplo, un límite natural puede ser estable debido a cambios en la topografía, mientras que los bordes influenciados antropogénicamente pueden desplazarse debido a incendios, inundaciones y otras perturbaciones. La existencia de estos límites, ya sean estrechos (como el límite entre las tierras de cultivo y los bosques) o amplios, tendrá diferentes grados de impacto sobre la biodiversidad.
Con la fragmentación del hábitat, algunas especies comunes, especialmente las invasoras, pueden prosperar en nuevos entornos, mientras que las especies que están específicamente adaptadas a un entorno particular enfrentan presión para sobrevivir. Tomemos como ejemplo la selva Lacandona de México: la diversidad de aves que se especializan en vivir en las profundidades del bosque está disminuyendo debido al fortalecimiento de los efectos de borde.
A menudo, las condiciones ambientales en el borde de un hábitat difieren de las del interior, lo que permite que ciertas plantas prosperen en áreas marginales, como las plantas tolerantes a la sombra y los arbustos que toleran la sequía. Los animales que viven en estos bordes, como los venados de cola blanca y las urracas azules, a menudo necesitan moverse entre hábitats, lo que promueve aún más las interacciones entre especies y el flujo de recursos.
"La alta luminosidad y la humedad moderada incrementan la productividad nativa en áreas marginales, lo que promueve directamente el crecimiento de toda la cadena alimentaria".
El desarrollo continuo de las actividades humanas proviene de la expansión de la construcción y la agricultura, y los efectos marginales causados por estas conductas tienen un profundo impacto en la ecología natural. Algunos ejemplos claros son la introducción de nuevas especies invasoras, el aumento de la frecuencia e intensidad de los incendios y otros factores como el ruido y la contaminación, que pueden conducir a la pérdida del hábitat nativo y a la reducción de la diversidad.
En el estudio de la selva amazónica, algunos investigadores estimaron que el efecto de borde tiene un mayor impacto en la cuenca amazónica que en las áreas desarrolladas. Los efectos del microclima pueden afectar áreas hasta a 100 metros de los límites, lo que hace que las pequeñas áreas forestales sean más vulnerables a amenazas externas, como incendios en tierras de cultivo, que pueden propagarse más fácilmente al bosque.
Los cambios son aún más pronunciados en los bordes de los bosques de América del Norte. Desde que comenzó la colonización europea, el tamaño de las franjas se ha multiplicado, y si bien esto es una bendición para algunas especies, como el tordo de cabeza marrón, ha dificultado la tarea de otras, como los insectos depredadores como las libélulas. Esto demuestra que los impactos humanos sobre los ecosistemas naturales son múltiples y complejos y no pueden dividirse simplemente en buenos o malos.
"En diferentes condiciones ambientales, la competencia y las interacciones entre especies pueden verse afectadas por efectos de borde, que a su vez cambian la dinámica de todo el ecosistema".
Con la profundización de la investigación sobre el efecto borde, la gente se da cuenta gradualmente de que este fenómeno no es sólo un concepto ecológico, sino que también está estrechamente relacionado con la protección de la biodiversidad, la estabilidad ambiental y la gestión de los recursos naturales. Por lo tanto, cómo proteger los hábitats marginales y al mismo tiempo mantener el desarrollo humano se convertirá en un desafío importante para el futuro trabajo de protección ecológica.
Los efectos de borde no sólo demuestran la fragilidad y volatilidad de los ecosistemas, sino que también plantean una pregunta importante: en un entorno que cambia rápidamente, ¿cómo deberíamos equilibrar la competencia entre la biodiversidad y las necesidades humanas?