El experimento de Bell, o prueba de desigualdad de Bell, fue diseñado para probar la teoría de la mecánica cuántica y el desafío que planteaba al concepto de realidad local de Albert Einstein. La investigación se inspiró en las acaloradas discusiones de Einstein con los pioneros de la física cuántica a principios del siglo XX, en particular Niels Bohr. Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología, los resultados del experimento Bell no sólo desafiaron nuestra comprensión de la realidad física, sino que también desencadenaron una profunda reflexión filosófica.
Como indicador para evaluar las predicciones en física cuántica y clásica, la desigualdad de Bell se ha convertido en una clave para probar la teoría de la variable implícita local.
El experimento Bell comenzó en 1935, cuando Einstein, Podolsky y Rosen publicaron un artículo mencionando la paradoja que enfrenta la mecánica cuántica al medir partículas entrelazadas, más tarde conocida como la paradoja EPR. El núcleo de este artículo es cuestionar la integridad de la mecánica cuántica para la realidad física y plantear la posibilidad de variables ocultas. Con el tiempo, el teorema de Bell, propuesto por John Stuart Bell en 1964, proporcionó más evidencia de que era imposible tener una teoría de variables ocultas locales que pudiera reproducir completamente las predicciones cuánticas.
En el experimento, los investigadores observaron características de un par de partículas entrelazadas, como su giro o polarización. Los experimentos fueron diseñados para probar si las predicciones correspondientes al realismo local se verían confundidas por la mecánica cuántica. La violación de la desigualdad de Bell significa que la teoría de la variable implícita local no se cumple. Este resultado tiene gran importancia para la comprensión humana del mundo natural.
Lo más importante es que los resultados de estos experimentos respaldan firmemente las teorías de la física cuántica que son cada vez más inexplicables para la física clásica.
Desde la década de 1970, los científicos han realizado numerosas pruebas de Bell, utilizando acertijos de fotones para probar la viabilidad de estos efectos cuánticos. Estos experimentos no sólo deben superar desafíos técnicos, como eliminar falsos positivos y agujeros en el diseño experimental, sino también introducir nuevas técnicas de medición para mejorar la precisión. En 2015, varios equipos de investigación independientes realizaron una prueba de Bell "libre de errores", que por primera vez probó exhaustivamente la existencia de variables ocultas locales.
El experimento Bell no solo redefinió nuestra comprensión del mundo microscópico, sino que también promovió el desarrollo de campos emergentes como la computación cuántica y la criptografía cuántica. Las propiedades del entrelazamiento cuántico se consideran la piedra angular para lograr una comunicación segura, que es crucial para la seguridad de la información y la mejora de la potencia informática.
Estos desarrollos nos llevan a pensar más a fondo: en este mundo cuántico, ¿cómo afecta el conflicto entre determinismo y aleatoriedad a nuestra vida diaria?
Con la profundización de los experimentos y la mejora de la tecnología cuántica, las contradicciones reveladas por el experimento de Bell siguen inspirando a científicos y filósofos a repensar la realidad. ¿Cuál es la verdadera naturaleza de este mundo cuántico? ¿Cómo deberíamos explicar estos fenómenos aparentemente extraordinarios?