La enfermedad de Mallei es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria gramnegativa Burkholderia pseudomallei
. Aunque la mayoría de las personas expuestas a la bacteria no desarrollan síntomas, para algunas personas los síntomas pueden variar desde fiebre leve y cambios en la piel hasta neumonía grave, abscesos y shock séptico, que pueden provocar la muerte. Aproximadamente 165.000 personas son diagnosticadas con enfermedad mellitus cada año y se estima que 89.000 personas mueren por esta causa.
La variedad de síntomas que presenta la enfermedad de Meliodalis lleva a que a menudo se la denomine "la gran imitadora". La enfermedad es difícil de diagnosticar porque sus síntomas son similares a los de la tuberculosis, lo que lleva a que muchos casos se diagnostiquen erróneamente.
Los humanos generalmente se infectan con B. pseudomallei
a través del contacto con suelo o agua contaminados. Estas bacterias pueden ingresar al cuerpo a través de heridas, inhalación o ingestión; sin embargo, la transmisión de persona a persona o de animal a persona es muy rara. Los meliomas aparecen con frecuencia en el sudeste asiático, especialmente en el noreste de Tailandia y el norte de Australia. En países templados como Europa y Estados Unidos, los casos de enfermedad de Meliodalis suelen surgir de inmigrantes procedentes de estas zonas endémicas.
El período de incubación de la enfermedad mellitus aguda es en promedio de 9 días y puede llegar a ser de hasta 21 días. Algunos pacientes desarrollan síntomas dentro de las 24 horas siguientes a la exposición al agua contaminada, manifestándose como síntomas de infección sistémica como fiebre, neumonía o abscesos locales. Además de los cambios en la piel y los problemas en los órganos internos, los síntomas pulmonares también son muy comunes, especialmente la neumonía. Una radiografía de tórax puede revelar una variedad de hallazgos compatibles con los síntomas, como nódulos inundados de agua o realce pulmonar.
Aproximadamente el 10% de las personas con mellitus experimentan síntomas crónicos, como fiebre persistente y pérdida de peso, que duran más de dos meses. La enfermedad mellitus latente puede persistir durante décadas sin causar síntomas y ocasionalmente reactivarse durante períodos de mala salud o estrés.
Causas y orígenes de la enfermedad de MeliodalisB. pseudomallei
se encuentra comúnmente en el suelo y en las aguas superficiales y es capaz de sobrevivir en una variedad de entornos, incluidas condiciones eutróficas y oligotróficas. El estudio mostró que las bacterias tenían una alta variabilidad genética y podrían haberse originado a partir de la alta diversidad genética de Australia. Además, el genoma de la bacteria contiene características que le ayudan a adaptarse a diferentes entornos, lo que supone una ventaja para su supervivencia.
Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad de MeliotAdemás,
B. pseudomallei
puede infectar una variedad de tipos de células y evadir la respuesta inmune del cuerpo, y su flexibilidad en la transmisión hace de la bacteria un espinoso problema de salud pública.
El diagnóstico de la enfermedad de Meliodalis generalmente se confirma mediante el crecimiento de B. pseudomallei
en sangre u otros fluidos corporales. Cuando los pacientes reciben tratamiento, primero reciben un ciclo intensivo de quimioterapia, generalmente con antibióticos intravenosos (más comúnmente ceftazidima), seguido de varios meses de antibióticos orales.
Las medidas de prevención de Melioda incluyen usar equipo de protección al manipular agua o tierra contaminada, mantener la higiene de las manos, beber agua hervida y evitar el contacto directo con la tierra y el agua. Aunque hay evidencia limitada sobre la efectividad de los medicamentos preventivos para la Mellitus, los tratamientos preventivos utilizados después de la exposición a pacientes de alto riesgo en entornos de laboratorio han demostrado cierta efectividad.
Ante la enfermedad de Meliodalis, la investigación en profundidad sobre su origen y mecanismo patológico sigue siendo una prioridad máxima para el trabajo futuro de salud pública. En esta batalla contra las bacterias, ¿cómo debemos mejorar nuestras propias capacidades de protección y respuesta?