La depresión prenatal, también conocida como depresión prenatal o perinatal, es un tipo de depresión clínica que puede afectar a las mujeres embarazadas. Si no se trata adecuadamente, puede ser un precursor de la depresión posparto. Se estima que entre el 7% y el 20% de las mujeres embarazadas padecen esta afección. Cualquier forma de estrés prenatal puede afectar negativamente todos los aspectos del desarrollo fetal, causando daño tanto a la madre como al niño. Las investigaciones muestran que incluso después del nacimiento, los niños cuyas madres experimentan depresión o estrés pueden verse afectados, manifestándose en niveles más bajos de actividad y angustia emocional.
El estrés y la preocupación asociados con el embarazo pueden provocar depresión prenatal y tener un profundo impacto en el estado de ánimo y la vida de la madre.
Las causas de la depresión prenatal son bastante complejas e involucran una variedad de factores, como embarazos no deseados, dificultades durante el embarazo, traumas en la historia del crecimiento y circunstancias financieras o familiares. Los síntomas comunes incluyen autoestima negativa, miedo a los cambios en la vida, ansiedad por los cambios en el estilo de vida y preocupación sobre cómo se sentirá su pareja o su familia con respecto al bebé.
La depresión prenatal se clasifica según los síntomas en las mujeres. Durante el embarazo es frecuente que haya cambios en el estado de ánimo, la memoria, los hábitos alimentarios y el sueño. Cuando estas características se vuelven severas e interfieren con la vida diaria, se considera depresión prenatal. Estos son algunos síntomas comunes:
Las pacientes con depresión prenatal pueden sentir una falta de interés en el embarazo o en el futuro hijo, y también pueden perder el sentido de conexión con el feto, lo que puede afectar gravemente la relación madre-hijo.
La depresión prenatal no tratada puede ser extremadamente perjudicial para la salud tanto de la madre como del niño. Muchos estudios han señalado que la depresión durante el embarazo no sólo afecta la salud de la madre, sino que también tiene un profundo impacto en el desarrollo del feto e incluso en las emociones y el comportamiento del bebé después del nacimiento.
La detección y el diagnóstico tempranos de la depresión prenatal son cruciales en esta etapa. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) recomienda encarecidamente que todas las mujeres embarazadas se sometan a pruebas de detección de depresión. Herramientas de prueba como el Cuestionario de salud del paciente-9 (PHQ-9) pueden ayudar a identificar los síntomas. Después de la detección, la depresión prenatal se puede controlar mediante psicoterapia, terapia de ejercicio y medicación.
La psicoterapia es una forma eficaz de ayudar a los pacientes con depresión prenatal a expresar sus emociones y el ejercicio puede ayudar a mejorar su estado de ánimo.
Existe una estrecha conexión entre la depresión prenatal y la depresión posparto. Las mujeres que se sienten deprimidas antes de dar a luz también pueden experimentar síntomas similares después de dar a luz. Esto tiene un impacto en el comportamiento parental de la madre, la relación madre-hijo y el desarrollo infantil. Esto también plantea la importancia de la salud mental materna y se le debe prestar suficiente atención.
La prevalencia de la depresión prenatal nos obliga a pensar en cómo podemos reducir fundamentalmente el impacto de este desafío emocional en las madres y los bebés.