La relación entre el cambio climático y el entorno ecológico es llamativa y el clima desértico está lleno de misterio y singularidad. En estas zonas permanentemente secas, las precipitaciones son extremadamente escasas, siendo en algunos lugares inferiores a los 5 milímetros anuales. Esto hace que mucha gente se pregunte cómo se forman estos ambientes extremadamente áridos.
Los climas desérticos (BWh y BWk en la clasificación climática de Köppen) son un subtipo de climas secos caracterizados por un grave desequilibrio entre la evaporación y la precipitación.
Según la clasificación climática de Köppen, el clima desértico se puede dividir en clima desértico tropical (BWh) y clima desértico boreal (BWk). Estas áreas generalmente enfrentan corrientes descendentes muy estables y sistemas de alta presión, lo que resulta en cielos despejados y sin nubes, altas temperaturas y condiciones extremadamente secas. En zonas con climas desérticos, las precipitaciones anuales suelen oscilar entre 25 y 200 milímetros, pero en algunas localidades específicas, como el desierto de Atacama en Chile, la precipitación media anual es de sólo 5 milímetros.
En lugares como el desierto del Sahara en África (como Kufra en Libia), la precipitación anual en algunos lugares es tan baja como 0,86 mm. Condiciones tan extremas nos obligan a pensar en cómo las condiciones climáticas en estas áreas afectan el medio ambiente ecológico.
Según algunas observaciones, la estación meteorológica oficial del Valle de la Muerte informó una precipitación anual de aproximadamente 60 milímetros, pero entre 1931 y 1934, hubo 40 meses con una precipitación total de sólo 16 milímetros.
Hay muchos factores que contribuyen a la formación del clima desértico, incluida la ubicación geográfica y las condiciones climáticas. Los climas desérticos tropicales (BWh) se ubican típicamente bajo el cinturón subtropical de alta presión, entre 20° y 33° de latitud norte y sur. Estas áreas son secas porque las corrientes descendentes estables y las altas presiones dispersan las nubes, provocando una luz solar intensa.
En estas regiones secas, las temperaturas promedio en verano suelen oscilar entre 29 y 35 °C (84 a 95 °F), y las temperaturas diurnas pueden incluso alcanzar entre 43 y 46 °C (109 a 115 °F). Debido a las características climáticas de estas zonas, la supervivencia de las plantas de superficie está muy restringida y la biodiversidad es extremadamente escasa. Sin embargo, este entorno extremo también permite que algunos organismos se adapten y prosperen.
Los desiertos son sinónimo de ambientes extremos, caracterizados por ser los más calurosos, secos y soleados.
Un clima desértico frío (BWk) es lo opuesto a un clima desértico cálido, caracterizado típicamente por veranos calurosos pero secos e inviernos fríos. Las nevadas en estas áreas son raras y la mayoría de los desiertos están ubicados en elevaciones más altas, como el desierto de Gobi en China y Mongolia. Estas áreas también suelen estar bloqueadas por altas montañas, lo que limita las precipitaciones.
La distribución de los climas desérticos no se limita a un continente, sino que se da en todo el mundo. Desde el desierto del Sahara en el norte de África y el desierto occidental de Australia hasta los desiertos de Kerkum y Taklimakan en Asia central, estas regiones demuestran la diversidad y adaptabilidad de los climas desérticos. Sin embargo, esto también plantea una pregunta: ¿Cómo afrontarán estas regiones extremadamente áridas los desafíos futuros ante el cambio climático?
Siempre que pensamos en la vida y el medio ambiente en el desierto, nos enfrentamos a innumerables acertijos e inspiraciones. Estas condiciones climáticas extremas son un maravilloso producto de la naturaleza, pero también nos incitan a pensar en los desafíos futuros y la supervivencia de la humanidad. ¿Vale la pena reflexionar sobre el hecho de que el misterio del desierto seguirá fascinándonos hasta que comprendamos verdaderamente el significado de estos entornos extremos?