A lo largo de la larga historia de la Tierra, el Mar Interior Occidental se ha convertido en un foco de investigación para innumerables paleontólogos y geólogos debido a sus características geológicas únicas y su entorno ecológico. Este enorme océano interior, que creó los macizos de Laramidia y Appalachia, no sólo cambió la topografía de América del Norte, sino que también proporcionó un hábitat único para la evolución biológica de esa época. Existió durante 30 millones de años, durante el período Cretácico tardío, y abarca muchos cambios naturales.
Origen y geologíaEl Mar Interior Occidental alguna vez se extendió desde el Golfo de México hasta el Océano Ártico, formando un importante canal que conectaba los dos océanos.
La formación del Mar Interior Occidental está estrechamente relacionada con los cambios geológicos del continente americano. A medida que Eurasia y América se separaron en el Atlántico Sur, el hundimiento de la tierra y la actividad volcánica moldearon los contornos de este mar. Las primeras etapas de los océanos comenzaron a mediados del período Cretácico, cuando una pequeña porción del Océano Ártico se expandió hacia el sur para formar el Mar de Mowry, sentando las bases para una mayor expansión de los océanos.
Con el tiempo, la fusión del Golfo de México y el Mar de Mowry permitió que este mar interior formara un cuerpo de agua estable. Este océano puede alcanzar una profundidad máxima de 760 metros, un ancho de 970 kilómetros y una longitud de más de 3.200 kilómetros, lo que lo convierte en un ecosistema de gran escala en su momento. Aunque este océano es relativamente poco profundo, alberga una variedad de criaturas.
Con los cambios en las mareas oceánicas, el entorno ecológico de este océano ha sufrido muchos cambios y evoluciones.
El ecosistema del Mar Interior Occidental está repleto de vida diversa. Entre sus habitantes había numerosos reptiles marinos sorprendentes, como plesiosaurios y lagartos gigantes. Las cadenas alimentarias de esta zona demuestran vívidamente cómo los organismos antiguos competían y coexistían en un entorno rico.
En este mar vivían peces antiguos, entre ellos el pez más grande de la época, el Xiphactinus, que medía entre 4 y 5 metros de largo.
Mientras tanto, hubo aves primitivas como el Hesperornis, que tenían patas fuertes adaptadas para nadar en el agua, así como pequeñas alas que les permitían navegar en el agua de manera más eficiente. Con el tiempo, los cambios en el entorno de este mar interior han propiciado la aparición de nuevas especies y una mayor diversidad del ecosistema.
A medida que avanzaba el Cretácico, el Mar Interior Occidental experimentó muchos cambios en su estructura, debido en parte a los cambios en el clima y al aumento y descenso del nivel del mar. Estos cambios conducen al aislamiento evolutivo de ciertos organismos, sin embargo, cuando los entornos se conectan nuevamente, pueden resurgir nuevas especies.
Los cambios en los niveles de oxígeno en el océano permiten que algunas formas de vida florezcan mientras limitan a otras.
La formación y desaparición del Mar Interior Occidental no sólo tuvo un profundo impacto en la evolución geográfica de América del Norte, sino que también planteó desafíos a la biodiversidad y la evolución ecológica. La existencia de este antiguo océano no sólo demuestra el potencial infinito de las fuerzas naturales, sino que también nos hace pensar profundamente sobre cómo los cambios ambientales actuales afectarán la evolución biológica futura.
Entonces, ¿hay algo que podamos aprender de esta historia antigua para comprender mejor los cambios ecológicos en la Tierra hoy?