En la ciencia de materiales moderna, la resistencia térmica de la interfaz, también conocida como resistencia térmica de límite o resistencia Kapitza, es un concepto importante que se utiliza para cuantificar la resistencia al flujo de calor entre dos materiales. Aunque los términos se usan indistintamente, la resistencia Kapitza generalmente se refiere a una interfaz plana atómicamente perfecta, mientras que la resistencia de límite térmico es un término más amplio. Esta resistencia térmica es diferente de la resistencia de contacto porque todavía existe incluso en una interfaz atómicamente perfecta.
Cuando los portadores de energía (como fonones o electrones) intentan cruzar una interfaz, se produce dispersión en la interfaz debido a diferencias en las propiedades electrónicas y vibratorias de diferentes materiales.
Esta resistencia térmica de la interfaz dará como resultado una discontinuidad de temperatura finita en la interfaz cuando se aplica un flujo de calor constante a la interfaz. Se han propuesto muchos modelos teóricos para describir este fenómeno, incluido el modelo de gas de fonones, el modelo de desajuste acústico (AMM) y el modelo de desajuste de difusión (DMM), que desempeñan un papel importante en la predicción del mecanismo del flujo de calor.
En los sistemas a nanoescala, el impacto de los efectos de la interfaz es más significativo y juega un papel clave en las propiedades térmicas de los materiales. Cuando se trata de aplicaciones de alta disipación térmica, como dispositivos semiconductores microelectrónicos, las interfaces de materiales de baja resistencia térmica son fundamentales para lograr una disipación de calor eficiente. Según las predicciones de la Hoja de Ruta Tecnológica Internacional para Semiconductores (ITRS), se enfrenta a un requisito de densidad de flujo de calor de hasta 100.000 W/cm², lo que supone un enorme desafío en comparación con la tecnología actual.
El estudio de la resistencia de los límites térmicos es fundamental para comprender las interfaces de los materiales y mejorar sus propiedades térmicas.
Por otro lado, en aplicaciones que requieren un buen aislamiento térmico, como turbinas de motores de aviones, pueden ser necesarias interfaces de materiales con alta resistencia térmica, especialmente aquellas que son estables a altas temperaturas. Por ejemplo, los compuestos metal-cerámicos actuales pueden ser adecuados para tales aplicaciones.
Con respecto al impacto de la resistencia térmica de la interfaz, existen dos modelos de predicción principales que merecen atención: el modelo de desajuste acústico (AMM) y el modelo de desajuste de difusión (DMM). AMM supone que la interfaz es perfecta y los fonones se transfieren elásticamente entre las interfaces, mientras que DMM supone que la interfaz presenta dispersión difusiva, que es más precisa en entornos de alta temperatura.
Las simulaciones de dinámica molecular (MD) se han convertido en una poderosa herramienta para estudiar la resistencia térmica interfacial y han demostrado que la resistencia térmica interfacial sólido-líquido se puede reducir fortaleciendo las interacciones sólido-líquido en superficies sólidas nanoestructuradas.
Con respecto a las limitaciones de estos modelos, existen diferencias significativas en la forma en que AMM y DMM manejan la dispersión: AMM supone una interfaz impecable y DMM la trata como una interfaz totalmente de dispersión. Por lo tanto, en realidad, estos modelos a menudo no pueden describir eficazmente la resistencia de la interfaz térmica, pero pueden servir como límites superior e inferior para el comportamiento real.
En el modelo teórico relativo a la temperatura ambiente, la investigación sobre el helio líquido propuso por primera vez la existencia de una resistencia térmica de interfaz. En 1936, se confirmó la resistencia interfacial del helio líquido, pero el comportamiento real de conducción de calor no fue estudiado sistemáticamente hasta 1941 por Pyotr Kapitsa. El modelo de desajuste acústico que propuso sólo podía predecir un error de dos órdenes de magnitud como máximo, por lo que los trabajos de investigación posteriores avanzaron gradualmente hacia otros mecanismos de transferencia de calor.
En la aplicación de la ciencia de los materiales, los nanotubos de carbono han atraído la atención debido a su excelente conductividad térmica, y la resistencia térmica de la interfaz es uno de los factores clave que afectan su conductividad térmica efectiva. Esta área sigue estando relativamente poco explorada y ha estimulado mucho interés en la investigación.
A medida que se profundice la exploración del mecanismo básico, el estudio de la resistencia térmica de la interfaz recibirá cada vez más atención. ¿Cómo contribuirá este conocimiento a las innovaciones en gestión térmica y diseño de materiales en el futuro?