La formación reticular es un sistema complejo de neuronas interconectadas que se extiende desde la base hasta la parte superior del tronco encefálico.
La formación reticular, o formación reticular, es un grupo de núcleos interconectados en el tronco encefálico que se extiende desde la base del bulbo raquídeo hasta la parte superior del mesencéfalo. Esta formación de malla puede considerarse como una colección de todas las células dispersas en el cerebro, situadas entre estructuras más compactas. Funcionalmente, la formación reticular se puede dividir en tres partes principales: el sistema activador reticular ascendente (ARAS), la vía ascendente a la corteza cerebral y la vía descendente a la médula espinal.
Las neuronas ARAS desempeñan un papel en el desencadenamiento o inhibición de la actividad cortical y son cruciales para regular la vigilia. Este sistema incluye múltiples sistemas de neurotransmisores involucrados en funciones como la excitación conductual y la conciencia. Las principales funciones de la formación reticular incluyen: control motor, control cardiovascular, regulación del dolor, sueño y conciencia, y habituación.
La importancia del ARAS radica en que es un motor importante de los estados conscientes y está estrechamente relacionado con la excitación cortical y conductual.
Debido a su gran extensión, la formación reticular puede dividirse en diferentes regiones que desempeñan un papel en diferentes funciones fisiológicas. Por ejemplo, el núcleo de tilapia en el medio de la formación reticular está asociado con la regulación del estado de ánimo porque es donde se sintetiza la serotonina. Los núcleos de las células gigantes están estrechamente relacionados con la coordinación del movimiento. Estas células son las encargadas de regular las reacciones del organismo y la fuerza muscular.
La formación reticular se puede dividir en el sistema reticular activador ascendente (SARA) y el sistema reticuloespinal descendente. ARAS juega un papel importante en las principales vías del cerebro. Este sistema está compuesto principalmente por varios núcleos ubicados en el mesencéfalo y tiene una profunda conexión con el estado de vigilia del cerebro.
Las funciones del ARAS incluyen la regulación de la transición entre el sueño y la vigilia y son la base para mantener la conciencia.
En este sistema, los neurotransmisores liberados por las neuronas, como la dopamina, la noradrenalina, la serotonina y la histamina, pueden afectar directa o indirectamente la actividad de la corteza cerebral. Existen interconexiones entre diferentes neuronas que regulan nuestro nivel de excitación y atención y mejoran nuestra capacidad de respuesta.
La función principal de ARAS es promover y mejorar la regulación de la corteza cerebral, provocando que los patrones de ondas cerebrales cambien entre la vigilia y el sueño. Durante la vigilia, el electroencefalograma (EEG) muestra ondas rápidas de bajo voltaje, mientras que durante el sueño sin movimientos oculares rápidos (NREM), muestra ondas lentas de alto voltaje. Estos cambios son el resultado de la estimulación del ARAS, un sistema que se activa siempre que el cuerpo necesita despertar.
La disfunción del ARAS puede tener consecuencias graves, como coma o muerte.
Clínicamente, las lesiones en ARAS pueden causar una serie de enfermedades, como la narcolepsia y la enfermedad de Parkinson. El envejecimiento también puede afectar la función del ARAS, haciendo que este sistema se vuelva menos sensible, lo que a su vez afecta la función cognitiva y la atención.
El desarrollo de ARAS se ve afectado por muchos factores. Los estudios han demostrado que el parto prematuro y el tabaquismo durante el embarazo pueden afectar negativamente al desarrollo del ARAS, dando lugar a trastornos de atención y percepción en el futuro. Durante el desarrollo, las respuestas a los estímulos ambientales y el seguimiento de los estados internos dependen del buen funcionamiento de este sistema.
Muchas afecciones patológicas se han asociado con la disfunción del ARAS, como la narcolepsia y la parálisis supranuclear progresiva.
Al comparar estos circuitos neuronales complejos y su impacto en la salud general y la calidad de vida, no podemos evitar preguntarnos: si podemos obtener una comprensión más profunda de los misterios de la formación reticular, ¿podría abrir nuevas vías? ¿Para mejorar la salud humana?