La relación entre el lenguaje y el pensamiento se ha debatido durante siglos, y la hipótesis de Sapir-Whorf (también conocida como relatividad lingüística) propone cómo el lenguaje afecta nuestra cognición y visión del mundo. Sin embargo, el debate central sobre esta hipótesis es si el lenguaje realmente determina nuestros patrones de pensamiento. Estas cuestiones no sólo desencadenan acalorados debates en la comunidad lingüística, sino que también afectan a muchos campos como la filosofía, la psicología e incluso la antropología.
La diversidad del lenguaje no es la diversidad de símbolos y sonidos, sino la diversidad de visiones del mundo.
La hipótesis de Sapir-Whorf se divide en versiones fuerte y débil. La versión fuerte cree que el lenguaje limita el pensamiento y la cognición solo puede llevarse a cabo dentro del marco de un lenguaje específico, mientras que la versión débil cree que la estructura del lenguaje afectará la percepción del hablante, pero no limitará completamente el pensamiento. La exploración detallada de esta idea comenzó en el siglo XIX, cuando pensadores como Wilhelm von Humboldt y Johann Gottfried Herder creían que el lenguaje era una expresión del espíritu nacional. Después de entrar en el siglo XX, este concepto se desarrolló aún más en las ciencias sociales estadounidenses, especialmente en las investigaciones de dos académicos, Mary Boas y Edward Sapir.
Diferentes sociedades viven en mundos diferentes, no sólo en el mismo mundo etiquetado de forma diferente.
Benjamin Lee Wolff, alumno de Sapir, incluso exploró en profundidad cómo las diferencias lingüísticas afectan la cognición y el comportamiento humanos. Su investigación muestra que el lenguaje no es sólo una herramienta de comunicación, sino que también afecta profundamente la visión del mundo del usuario. Por ejemplo, Wolf ha señalado que debido a que algunas lenguas africanas tienen múltiples formas de decir "nieve", los hablantes de esas lenguas pueden entender y sentir la nieve de manera muy diferente a los hablantes de inglés que solo usan una palabra.
Sin embargo, la mayoría de los lingüistas contemporáneos se muestran escépticos ante la versión fuerte del determinismo lingüístico, creyendo que esta visión extrema es inconsistente con la realidad. De hecho, muchos estudios apuntan a una visión más matizada, es decir, la estructura del lenguaje tiene un impacto en ciertos procesos cognitivos, pero este impacto no es monopolístico. Esta pregunta se vuelve aún más compleja cuando exploramos cómo el lenguaje da forma a la cognición.
Diferentes idiomas tienen diferentes formas de conceptualizar el mundo, y eso es parte de la belleza del lenguaje.
En este contexto, la investigación de Wolfe sobre la lengua hopi es particularmente llamativa. Observó que el idioma hopi expresaba el tiempo de una manera fundamentalmente diferente que el idioma inglés, lo que resultaba en una visión del mundo muy diferente para el pueblo hopi. Esto llevó a pensar en profundidad sobre cómo el lenguaje afecta la cultura y la cognición, pero a medida que la investigación se profundizó, también surgieron dudas sobre las afirmaciones de Whorf, e incluso acusaciones de que carecía de apoyo empírico.
En el desarrollo de la lingüística, la relación entre lengua y cultura ha sido reexaminada constantemente. Muchos estudiosos creen que la relación entre la estructura de la lengua y la cultura no es tan simple como mucha gente imaginaba en el pasado. Aunque la estructura especial de algunos idiomas afecta la forma de pensar de los usuarios en algunos aspectos, la diversidad cultural y la diversidad lingüística no siempre van de la mano. El descubrimiento impulsó una investigación de larga data sobre la relación entre el lenguaje y el pensamiento.
En la diversidad de idiomas, podemos ver la belleza de diferentes culturas y formas de pensar.
Por supuesto, el tema sigue siendo controvertido y muchos filósofos y lingüistas continúan expresando sus opiniones. Su discusión no sólo se relaciona lo más posible con la estructura del lenguaje, sino que, lo que es más importante, utiliza una variedad de métodos de investigación para comprender cómo el lenguaje afecta el pensamiento humano. Ya sea a través de campos emergentes como la sociolingüística y la neurolingüística, o mediante experimentos a largo plazo en lingüística comparada, los académicos esperan revelar la naturaleza del lenguaje y su profundo impacto en nuestra cognición.
Por lo tanto, los investigadores, ya sea que apoyen o se opongan a la hipótesis de Sapir-Whorf, exigen una exploración en profundidad de la relación entre el lenguaje y el pensamiento. No es sólo una cuestión de conocimiento, sino también una cuestión de cultura, identidad y cosmovisión. De esta manera, los lectores no pueden evitar preguntarse, en la era actual de rápida globalización y comunicación, ¿cómo sigue influyendo el lenguaje en nuestros pensamientos y comportamientos?