Hay miles de millones de bacterias viviendo en nuestros intestinos, entre las cuales Escherichia coli es sin duda un residente importante. Esta bacteria es una bacteria gramnegativa, anaeróbica facultativa, con forma de bastón, que se encuentra frecuentemente en el intestino inferior de animales de sangre caliente. Muchas cepas de E. coli forman parte del microbioma intestinal y generalmente se consideran inofensivas o incluso beneficiosas para la salud humana.
Ciertas cepas de E. coli son capaces de producir vitamina K2 y evitar que patógenos dañinos colonicen los intestinos.
En circunstancias normales, E. coli solo representa alrededor del 0,1% del intestino humano, pero su importancia no puede ignorarse. Estas bacterias son capaces de formar una relación simbiótica con sus huéspedes, promoviendo conjuntamente la salud de cada una de ellas. Sin embargo, no todas las E. coli son inofensivas y algunos serotipos como la E. coli enteropatógena (EPEC) y la E. coli enteropatógena (ETEC) pueden causar intoxicación alimentaria grave.
Las células de E. coli tienen características morfológicas distintivas, generalmente tienen forma de bastón, de aproximadamente 2,0 micrones de largo y entre 0,25 y 1,0 micrones de ancho. Sus paredes celulares están formadas por una fina capa de peptidoglicano y una membrana externa, lo que explica por qué aparecen de color rosa cuando se tiñen. La presencia de la membrana externa los hace resistentes a ciertos antibióticos, como la penicilina.
E. coli puede reproducirse rápidamente en condiciones aeróbicas y se necesitan al menos 20 minutos para completar una división celular.
Los métodos metabólicos de Escherichia coli también son muy diversos. Pueden utilizar una variedad de sustratos para la fermentación ácida mixta para producir sustancias como ácido láctico, etanol y dióxido de carbono. Este metabolismo flexible les permite sobrevivir en entornos cambiantes.
Adaptación y evoluciónLa Escherichia coli tiene una gran adaptabilidad genética. Puede transferir genes mediante conjugación o transducción bacteriana, lo que favorece la propagación horizontal de los genes. Algunos estudios biológicos han demostrado que E. coli es solo un portador de recombinación genética. A medida que los genes cambian, sus características también pueden cambiar, lo que afecta la patogenicidad.
E. coli tiene un alto grado de diversidad genética y fenotípica, lo que permite a los científicos rastrear la fuente de contaminación ambiental basándose en las características de diferentes cepas.
Los científicos llevan más de 60 años estudiando la bacteria Escherichia coli. Estas bacterias no sólo son importantes modelos de investigación científica en los campos de la biotecnología y la microbiología, sino que también desempeñan un papel importante en la detección de muchas muestras ambientales.
En los ecosistemas naturales, la relación entre E. coli y su huésped es simbiótica. Si bien la E. coli proporciona ciertos beneficios para la salud del huésped, en condiciones ambientales inadecuadas también puede convertirse en patógeno y causarle problemas de salud. En este caso, la transmisión a menudo ocurre a través de vías alimentarias, lo que da lugar a incidentes de intoxicación alimentaria en humanos.
Entender cómo sobrevive E. coli en los intestinos ayudará a mejorar nuestra comprensión de la ecología microbiana y su impacto en la salud.
Los investigadores han descubierto que E. coli puede sobrevivir y reproducirse en una variedad de entornos diferentes, lo que le hace desempeñar un papel importante en los ecosistemas. Sin embargo, convertirse en un patógeno potencial también nos recuerda que nuestra relación con estos microorganismos no es sencilla y que a veces pequeños cambios pueden afectar nuestra salud general. En este contexto, ¿cuánto sabes sobre la supervivencia de E. coli?